jueves, 20 de noviembre de 2014

Nunca es suficiente

Cuando miraron atrás, hacia el valle y la distante granja de Gardner, contemplaron un horrible espectáculo. 
Toda la granja brillaba con el espantoso y desconocido color; árboles, edificaciones e incluso la hierba que no había sido transformada aún en quebradiza y gris. Las ramas estaban todas extendidas hacia el cielo, coronadas con lenguas de fuego,
y radiantes goterones del mismo monstruoso fuego ardían encima de la casa, del granero y de los cobertizos. Era una escena de una visión de Fuseli, y sobre todo el resto reinaba aquella borrachera de luminoso amorfismo, aquel extraño arco iris de misterioso veneno del pozo..., hirviendo, saltando, centelleando y burbujeando malignamente en su cósmico e irreconocible cromatismo.
The Colour Out Of Space [H.P. Lovecraft]

La Sorpresa de Lerner - Offtopic

Existe una corriente del pensamiento a la que adhieren ciertos individuos basada principalmente en la idea de que un autor, protagonista mayor de una historia (cualquiera sea), debe estar siempre a merced del que consume esa historia: debe entregar su obra, la intimidad de su mente, la grandiosidad de su alma, la acumulación de sus miedos - en resumidas cuentas, su vida - a una horda insana de innecesarias necesidades. Quienes tienen la dicha de crear a partir de la nada dejan de tener el poder sobre su creación. Los defensores de esta corriente argumentan, de forma muy vaga, que por encima de la persona y sus derechos se debe colocar a la humanidad y sus derechos. Y se apoyan sobre la innegable certeza de que quienes toman la difícil decisión de compartir su obra con el mundo, la ponen a consideración, por alguna insólita vía la colectivizan; a partir de ese momento, pasa a ser una presa fácil para la crítica. Incluso para nosotros es una verdad revelada y reveladora, de otra forma estaríamos negando nuestros orígenes (quien escribe no sería nada si no pudiese criticar las acciones y creaciones ajenas). Pero es de una chatura inefable criticar los caminos por los que aquella obra nos llega, las motivaciones que el autor ha tenido, o las herramientas que utiliza para tallar sus visiones y mostrarselas a la sociedad. Libertad de expresión, sí. Estupidez, no. 

Estoy ensayando una tímida defensa a Christopher Nolan por Interstellar. No he visto la película. No lo necesito. Pero me bastan un puñado de críticas, escencial y especialmente alrededor de la supuesta omnisciencia del director (y guionista), para afirmar que su último trabajo - el primero luego de la trilogía de Batman - es tristemente colosal, peligrosamente mastodóntico, inquietantemente hermoso y ominosamente goloso (DEJAME SOBREADJETIVAR TRANQUILO, LA CONCHA DE TU PUTA MADRE). Es perfecto. 

Parece una broma pero a Nolan, estos mismos tipos, le piden todo. Para ELLOS nunca es suficiente, como si vistiesen una remera a rayas horizontales azules y blancas y hubiesen descubierto su perverso, lujurioso y estúpido jueguito. Les ofrecen brillantes y valientes teorías (más o menos comprobables, es cierto) acerca de viajes a través del tiempo y del espacio, a través de lo indecible e indefinible, pero ELLOS quieren mierdas estereotipadas que hasta un tipo con un cucurucho en la frente podría predecir. Les ofrecen insuperables efectos, casi artesanales, precisos como un puto mecanismo de relojería, pero ELLOS quieren todo hecho por computadora, quieren caras increíblemente deformadas. Les ofrecen una distopía donde abunda la demencia loca del enemigo interior y, elevándose por encima de ella, una abrumadora esperanza. Pero ELLOS quieren un mundo envuelto en exagerados abusos de control y de poder, quieren garchas orwellianas, violencia innecesaria y antinatural, y quieren a los pendejos calentones, jugando a ser héroes. ELLOS quieren humor, quieren entretenerse, hacerse la paja también. Quieren las estupidas fantasías animadas de ayer y de hoy. Sin dudarlo, estos pensadores han pensado demasiado y su cerebro ha sido reemplazado por un termo que no mantiene la temperatura de las ideas. ELLOS nos quieren pelotudos, no quieren que pensemos. Yo lo que quiero es que me dejen en paz, que cierren el orto o se lo vayan a lavar con Odex. Lo que ELLOS realmente no pueden soportar es la omnisciencia del espectador; porque entonces ya nadie abrirá la sección de espectáculos el jueves, aguardando por la iluminación de tipos que no pueden ver la belleza del vasto horror cósmico de Nolan. Por suerte, hay individuos que siguen viendo aquello que no quieren que sea visto, que no le temen a la unión de aquello que nunca debió unirse pues saben que jamás volverá a unirse. 

El lector de siempre sabrá que aquí respetamos y ensalsamos la obra de Nolan y le perdonariamos cualquier desliz, incluso uno considerable (quizás Interstellar lo sea) pero nunca tendremos necesidad de pedirle todo pues él siempre se entregará: a su propia inmensidad, a su descollante inventiva, y no se venderá para satisfacer a aquellos que piensan demasiado en sí mismos. Para ELLOS no importa la distancia que separe a un artista de sus seres amados; no importan las noches sin sueño ni las incontables peleas. Solo quieren que el cuchillo recorra la piel del desgraciado de turno y cubra de sangre su maldito piso nuevo. Pero qué dirían si Nolan simplemente agarra sus cosas y se va? Ahi apreciarán todo lo que ha hecho. O no.

Por desgracia, no he podido ver Interstellar, no he podido llorar con su preciosidad, no he podido deleitarme con mis propios elogios, no he podido pensarla ni reseñarla como me hubiese gustado (ando corto de tiempo por los exámenes). Pero hay alguien que sí ha podido hacer todo aquello. Es aquí que pido permiso al querido Marcos Esparcence - amigo de la casa, vecino de la ciudad sin nombre, hombre de letras borroneadas por las formas del tiempo, incuestionable defensor del machete y eterno miembro de la mandarina alienada - para hacer uso de su valiente e inolvidable reseña sobre Interstellar, que espero dé un poco de entidad a mis palabras. Merecía nuestro colaborador estrella (que no tiene ni la más puta idea de que se convertirá en colaborador estrella de este blog) una introducción. Espero estar a la altura de la sorpresa. De Lerner. 

Interstellar - Review Movies

Fui el domingo a ver Interstellar, la nueva de Fernet Branca Nolan. La película es un caño; te reís, llorás como nena con Matthew McConaughey, los efectos visuales son para que te cortes los dedos después de chupártelos porque no merece suceder otra vez. La historia te mantiene agarradísimo al asiento con giros y giros.

En una semi entrevista a un científico posta, dijo que le gustó mucho y que aunque muchas de las cosas son tirando a la ciencia ficción (obviamente el género al que apunta la peli), otras cosas que pusieron son en realidad comprobadas.

Interstellar es un MUST SEE, especialmente por cankinianos y zenkianos (por igual), ya que la Ley Jamal (1.883-1.976 AP / After Panch) establece que todo zenkiano es cankiniano pero no todo cankiniano es zenkiano, por la relativa infinita soledad impuesta por el cosmos constante de la divina comedia (del ente)

13-2 Esparcence Chronicles

Autor: Marcos Esparcence 
Prólogo: Cesar de la Luz 
Dedicado a la memoria de Pepe Eliaschev

Aclaración: el término 'Sorpresa de Lerner' es propiedad y marca registrada de Carlos Guzmán. Queda penado su uso sin la debida autorización (no la pedí, después arreglamos)

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