sábado, 21 de septiembre de 2013

Peter Johnson

Fanático: (adj) dícese del que sostiene obstinadamente y con vehemencia
una opinión que no es la nuestra.
Ambrose Bierce [The Devil’s Dictionary]

Dejemos de ver Chiquititas, Casi Ángeles y todas esas pelotudeces.
‘Hay que soñar’. Maduren. La vida es una mierda.
Cesar de la Luz

Percy Jackson: Sea of Monsters – Review Movies

Año 2001: corralito, saqueos, cacerolas, protestas, helicópteros (‘chopas’ para los amigos), patacones, Bin Laden, Torres Gemelas, atentados, etc. Muchas veces las palabras claves (o keywords) que más se buscaron en Google - en determinado año – acaban por definirlo. Mucho antes de que existan los hashtags y los trending topics, la ‘viralidad’ de determinado tema se medía fundamentalmente por la cantidad de veces que se lo introducía en el famoso buscador. Pero no todas las búsquedas fueron a raíz de desastres financieros o autoatentados. Eran los inicios del Internet hogareño (al menos en esta parte del continente), los CDs de AOL que nunca andaban y todo lo que eso trajo consigo. Jóvenes con acceso a la red. El inicio de la ‘viralidad’ que hoy conocemos. Y así hay que agregar otras palabras a la lista de las más buscadas. Lo que suele pasarse por alto es que en el 2001 vieron la luz un par de adaptaciones cinematográficas que marcaron un antes y un después en llevar grandes sagas literarias del genero fantástico a la pantalla grande, apuntadas a un público juvenil (y no tanto). Sagas que en ese momento inundaron mil y un páginas, foros y rincones de la web (y lo siguen haciendo actualmente). Ejemplos? El Señor de los Anillos y Harry Potter, tan solo por nombrar dos de ellos.

Ya se ha hablado largo y tendido sobre dichas novelas y sus adaptaciones (no es la intención de este texto). Más allá de algún fanboy indignado porque X escena menor no está o es diferente, esas películas son, a fin de cuentas, una muestra de cómo debe hacerse el trabajo. Parece fácil, pero adaptar fielmente un libro de, por ejemplo, 500 páginas a dos horas y media de película no es sencillo. Se le puede poner ganas y plata para que quede lo mejor posible, pero siempre encontraremos algún fanático descontento con el resultado final (a veces con fundamentos validos, otras veces con simples caprichos nerds). A fin de cuentas, ninguna película es exactamente igual al libro y desde el vamos nada se compara con el placer de leer la historia tal cual fue escrita, pero si no tenemos ganas de hacerlo y queremos, por ejemplo, ver las siete películas de Harry Potter entenderemos la historia sin habernos perdido de un bloque gigante de trama.

El éxito comercial de estas franquicias fue tan solo el puntapié inicial para que se desarrollaran otras historias, novelas y sagas similares. Magos, vampiros, dragones y otras criaturas mitológicas llenaron librerías de todo el mundo, con mayor o menor éxito entre los amantes del género fantástico, y así crecieron también sus correspondientes adaptaciones cinematográficas, algunas realmente interesantes y otras que ni vale la pena nombrar.

Las películas de la saga Percy Jackson, que nos ocuparemos de analizar en esta reseña, son geniales para cerrarle el ano a todo aquel que dice “nah, no voy a leer los libros, total puedo ver la película y fue”. Bueno, si, pero estamos hablando de dos historias MUY diferentes. Escrita por Rick Riordan, mezcla mitología griega adaptada al siglo XXI con características propias de todo best-seller juvenil. La historia nos presenta a Percy Jackson, un pibe aparentemente normal de doce años que vive con su madre y no recuerda a su padre, quien supuestamente se fue a navegar pero nunca volvió. Quico… digo Percy… lleva una vida ordinaria; en la escuela es maltratado por sus compañeros y la mayoría de sus profesores, hasta que un suceso en una excursión al museo cambia su vida por completo. Con el correr de las horas, previo secuestro de su madre, de enterarse que Grover, su único y mejor amigo, es un sátiro, y de llegar a un campamento oculto donde se le dijo que estaría a salvo, se entera que los dioses griegos existen y que él mismo es hijo de Poseidón, dios del mar.

El día más psicodélico del pobre Percy solo está por volverse aún más confuso. Resulta ser que Poseidón y Zeus, hermanos según la mitología que todos conocemos, se encuentran enfrentados porque a este último le fue robado su ‘rayo’ (entiéndase como su arma más poderosa) y obviamente desconfía del dios del mar. Es así como Percy, su nueva amiga Annabeth Chase (hija de Atenea, diosa de la sabiduría) y Grover se embarcan en una misión para recuperar dicho ‘rayo’, terminar con la disputa entre los dioses (la cual trae repercusiones en el mundo real) y, de yapa, ver si puede rescatar a su madre.

A la larga sucedió lo de siempre: el autor vendió los derechos de los libros para que se filmaran las películas correspondientes, desligándose completamente de la misma y lavándose las manos ante una posible adaptación mediocre. Y “mediocre” es ser generoso, porque la primera película, Percy Jackson y El Ladrón Del Rayo, no tiene nada que envidiarle a Dragon Ball Evolution. En sí la historia es la misma que en el libro, pero la sucesión de hechos es totalmente diferente, los personajes son radicalmente distintos o directamente no existen (y hablamos incluso de aquellos que tienen una importancia significativa en el resto de la saga). Vale aclarar que esta primera adaptación fue dirigida por Chris Columbus, director de las dos primeras de Harry Potter. Este dato de color es fundamental para entender como funcionan estas cosas: en el caso de Potter, Rowling se mantuvo como asesora de la película verificando que se respetaran los aspectos fundamentales y ‘obligando’ al equipo de filmación a leer los libros, como mínimo. Esto obviamente no se repitió en este caso y así se ven los resultados. Desde detalles triviales como el color de pelo de Annabeth (en el libro es rubia pero se ve que el presupuesto no alcanzó ni para unos reflejos) hasta cosas mas graves como el orden de los eventos o las escenas, o directamente la eliminación de las mismas.

Pero la plata puede más, y así, con tres años de diferencia de su predecesora, vio la luz Percy Jackson y el Mar de Monstruos, adaptación del segundo libro de la saga, con dirección de Thor Freudenthal.

Resumo brevemente el argumento y pido disculpas a los que no entiendan nada o se coman un spoiler (en realidad no, VAYAN Y LEAN!). La película de Perseus Jackson arranca con un flashback que ‘nos da a entender’ el pasado de Annabeth Chase, sobre como llegó al campamento y sobre la muerte de un personaje que será vital en los libros siguientes. Acto seguido arranca la trama (si es que se la puede llamar así) y vemos a Percy en el campamento en una especie de reto/juego olímpico. Todo muy lindo, pero si leyeron el libro sabrán que pasan algunos capítulos antes de que llegue al campamento, y en ese transcurso de tiempo mantiene una pelea en su colegio secundado por su ‘amigo’ Tyson. Así da inicio una interminable lista de errores, datos importantes que se omiten, personajes que no están o escenas completas que desaparecieron o fueron tergiversadas en su totalidad, váyase a saber porqué (créanme que no hablo de caprichos de fanboy obsesivo, hablo de una tijera al mejor estilo Magic Kids). Peeeeero nos conformamos sabiendo que ‘todo tiempo pasado fue peor’ y la película anterior omitió mucho más. No le podemos pedir milagros a una película que arrastra los horrores previos como una bola de nieve. En esta al menos se las arreglaron para que la historia sea entendible y creemos que al menos el encargado de limpieza del estudio de filmación leyó el libro.

Algo curioso es que gran parte de los detalles ausentes en la primera parte fueron presentados como ‘obvios’ en la segunda. Un ejemplo de esto es el caso de Ares, dios de la guerra, que tiene un papel clave en la saga desde el primer volumen, pero se ve que nuevamente no podían darse el lujo de garparle a otro actor así que lo omitieron totalmente (aparece, de lejos, como un extra sobre el final). Interesante jugada, puesto que Ares tiene una hija (Clarisse) que también tiene participación desde el comienzo. Como no podía ser de otra manera la suprimieron, aunque desde el principio de la segunda película la vemos presentada como ‘la hija del dios de la guerra’ (el mismo que jamás existió). Creo que con eso ya quedó claro lo que intentaba decir. Agradecemos, eso sí, que entre tantos inventos de trama como si no existiese ningún libro previo, al menos respetaron los nombres de los personajes (y el color de pelo de Annabeth, que en esta ocasión es rubio pero claramente teñido… fanboy: mode ON). Realmente no se entiende. Si se van a gastar millones en filmar una película, ¿no es mucho más simple basarse en un libro en vez de inventar una historia de la nada que al final solo generará un déficit de argumento que se arrastrará a las siguientes películas de la saga?

En cuanto a la elección de los actores para la película podemos encontrar aciertos y desaciertos por igual. Muy interesante que en la primera el personaje de Quirón (un centauro encargado del campamento) fuese interpretado por Pierce Brosnan, que en la segunda parte es reemplazado por Anthony Head. Y se aplaude la elección de Stanley Tucci (más conocido como ‘el pelado forro de La Terminal’) para interpretar a Dionisio (aunque en la primera película el papel lo tuvo un tal Luke Camillero), quizás uno de los personajes mejor adaptados junto a Annabeth (interpretada por la hermosa Alexandra Daddario). A esta última, dado que su papel consiste en demostrar su inteligencia cada dos segundos (cualquier parecido con Hermione Granger es pura coincidencia) le otorgaron la difícil tarea de tapar todos los baches e incoherencias de la película con deducciones detectivescas, como si lo omitido hubiera sido obvio desde el primer momento.

En Argentina la primera película se estreno en Febrero de 2010 con mucha pena y poca gloria, aunque por suerte pasó bastante desapercibida dado que el volumen de fanáticos locales no era ni una décima parte de lo que se vio en épocas de Potter y compañía. Recién para esta segunda parte se invirtió en mayor publicidad, y así y todo no se logró una significativa diferencia y gran parte del público no había leído los libros.

Respecto a la versión en papel, acá se llegaron a editar los cinco tomos que componen el primer arco de la saga (Dioses del Olimpo), sumado al primer volumen del segundo arco (Héroes del Olimpo) que aún está siendo publicado y que ya cuenta con tres libros (el próximo será lanzado este año).

La pregunta final es, ¿las siguientes películas de la saga lograrán sacarnos el mal sabor que nos dejaron las ya estrenadas? Si bien como hijo de Zenki, las visiones no escasean, lamentablemente tendremos que esperar para saber la respuesta. Lo que si quedó claro es que si no se deja de lado el vil metal y se intenta brindar un buen resultado a la altura de la versión literaria, podemos esperarnos algo muy similar a lo ya visto. El tiempo dirá si nos equivocamos. Eso si… orden de restricción para Chris Columbus, mínimo 300 metros del guión. Urgente.

Percy Jackson y El Ladrón del Rayo (película)
Calificación: – 0.001 zenkos
Percy Jackson y El Mar de Monstruos (película)
Calificación: 0.99 zenkos

Written by Roberto Fantini. Posted by Cesar de la Luz
Dedicated to Cesar de la Luz, Marcos Esparcense and Alexandra Daddario


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