jueves, 15 de noviembre de 2012

El ciego que no quiere oír (pero no quiere dejar de hablar)

Pude comprobar que Haller era un genio del sufrimiento, que él, en el sentido de 
muchos aforismos de Nietzsche, se había forjado dentro de sí una capacidad de sufrimiento
 ilimitada, genial, terrible. Al mismo tiempo comprendí que la base de su pesimismo no era desprecio del mundo, 
sino desprecio de sí mismo, pues si bien hablaba de instituciones y personas sin miramientos 
y con un sentido demoledor, nunca se excluía a sí, siempre era el primero contra quien dirigía 
sus flechas, él mismo el primero a quien odiaba y negaba [...] Por lo que se refería a los demás, 
a cuantos lo rodeaban, no dejaba de hacer constantemente los intentos más heroicos 
y serios para quererlos, para hacerles justicia, para no causarles daño,  pues el 'ama a tu prójimo' 
lo tenía tan hondamente inculcado como el odio a sí mismo.
Hermann Hesse [Der Steppenwolf]

8N - Offtopic

Huelga decirlo, querido lector; los días de paz y armonía en este fulgurante imperio de ilusiones apunto estuvieron de llegar a su siniestro final. Puedo, mientras se apagan las últimas llamas destituyentes que amenazaban el mundo, comprender el dolor experimentado por las inocentes víctimas de la burda beligerancia del pasado, y compartir la pena de las madres de pañuelos blancos. La trágica noche del 8 de noviembre, simiescos personajes - librados a sus más fieros instintos consumistas, ávidos de una libertad pútrida y sin sentido - comenzaron a golpetear los barrotes de sus jaulas con los cucharones del sistema capital. Estimulados por el infame síndrome de los clarines, abandonaron sus prisiones de opulencia, apuntando las manos peludas y su odio perpetuo hacia la ilustre y hermosa emperatriz que ha brindado cuerpo y alma por su resplandeciente feudo. Sin una razón de sustancia, los primates derribaron los inmensos portones de los cuarteles, en busca del néctar de la especulación: las bananas verdes. La innegable prosperidad y felicidad del pueblo corría peligro, instalado el miedo por parte de los medios. Y era aquella violenta horda de gorilas bien vestidos (pero muy peludos) el instrumento de esos medios. Gracias a Él, aparecieron ellos: los fieles soldados de la esperanza y la reconciliación nacional, los abanderados de los humildes. Apareció la maravillosa juventud -  defensora de los buenos valores de la familia moderna, unida y organizada en torno al recuerdo del hombre más insoportablemente vivo que emocionó como nadie a las masas -; una juventud presta a recitar el mantra del amor que la bondadosa emperatriz enseñó con su habitual dulzura: "NÉSTOR".

La caricaturesca imagen del párrafo anterior - algo así como una versión ligeramente bastarda del 'Planeta de los Simios' - ha sido, a grandes rasgos, la interpretación que desde los estratos más altos del poder político se le ha dado a los acontecimientos del jueves anterior; clara muestra de su falta de respeto por la opinión contraria, sobre todo cuando esa disidencia proviene de la otrora bendita clase media. [NÉSTOR]. Apelando a su habitual lingüística confrontativa y omnisciente, soberbia y vulgar por demás, cada día más cínica, pretendieron minimizar la voluminosa y contundente marcha del 8N; cómo si ningunearla pudiese hacerla desaparecer, como si negarla pudiese convertir la ominosa realidad en una versión ciertamente pelotuda de la novela distópica de Pierre Boulle. No sorprende. Ni un poco.

Es obvio; para los cristinistas más retrógrados se trato de una marcha muy parecida a la de mi introducción. Una marcha de odio cuya magnitud parecía no importar (pero se tomaron el trabajo de difundir una cifra absurda: 70.000 personas en el Obelisco, según la Policía Federal Argentina). Una marcha donde se bramaba únicamente por el cepo al dólar, por la vuelta de los seniles dictadores, por la supresión de todo impuesto, por una drástica reducción del gasto público, y por el ingreso al ALCA. Donde reinaban el individualismo, la violencia, el antisemitismo y la misoginia. Donde cada protestante había adaptado su discurso al discurso de una malvada corporación mediática tan poderosa como para lavarles el cerebro. Donde se pedía la cabeza de nuestra soberana. Dichas concepciones, que discurren por el camino de la imbecilidad total, lejos están de ser viles mentiras de este piquetero de la abundancia: pues salieron de la boca de funcionarios top del gobierno, de los pendeviejos de una trémula organización cuasi-setentista y revanchista (La Cámpora), y del puño de pseudo-periodistas y (anti)intelectuales afines. Delicia pornográfica en medios gráficos, radiales y televisivos. De lo 'nacional y popular' al ridículo, sin escalas. [NÉSTOR]. Semejante vituperio es un crimen contra-natura a la razón de una porción de la sociedad que no se devora las mentiras del relato.

Al final de cuentas, la realidad no es la que el oficialismo desea con fervor menemista. Poco más de un millar de ciudadanos dieron rienda suelta a su descontento por las políticas de la emperatriz CFK (y por las paupérrimas respuestas de los partidos de oposición a esos desvaríos), sin ánimo destituyente, ni resabios de odio e intolerancia (como intentó reflejar el prostibulario aparato periodístico K). [NÉSTOR]. Los centros geográficos de las principales ciudades del país se tiñeron de un ensordecedor celeste y blanco, en una verdadera fiesta de la democracia, mucho más racional y menos emocional que la manifestación del 13S, tan comentada por propios y extraños. La relativa espontaneidad (criticada) de aquella (convocada por redes sociales, mayormente) fue remplazada por una ambiciosa planificación (también criticada), terriblemente amplificada por los medios que no comulgan ni se arrodillan ante el gobierno. Había consignas suficientemente claras como 'basta de mentiras', 'basta de corrupción'; estaban también los desesperados pedidos para que se controlen la inflación y la inseguridad, desbocadas por la impericia y la malicia oficialista. [NÉSTOR]. Más complejo pero igualmente válido, el manifiesto sobre la libertad de expresión, las presiones al Poder Judicial, y el respeto a la Constitución Nacional (negativa a la 're-re' incluida). Y no faltaron, por supuesto, cartelitos acerca de temas un tanto delicados, como el 82% móvil para los jubilados y el totémico cepo al dólar. [NÉSTOR]. Cada uno podrá evaluar cuáles reclamos son genuinamente del pueblo (que abarcan incluso a los que no fueron ni están de acuerdo con la manifestación) y cuáles tienen un componente más individual. Como fuere, lo que resulta aberrante e insultante para el funcionamiento correcto de una república, es que se les pida a los protestantes la solución a ese petitorio. Sería como exigirle a un paciente la cura para su enfermedad. Obviando la irresponsable falta de diagnóstico de los políticos 'de turno', es desde la ciudadanía que parten las demandas, y la respuesta debe llegar indefectiblemente de las autoridades. Si la gente dice 'dejen de chorear', qué tipo de propuesta se puede hacer? 'Dejá de chorear, Amado querido, te lo pedimos por favor'? ‘Córtenle las manos a ese hijo de puta de Boudou’? NO! Boludeces no, muchachos. Allí, donde la construcción cívica y política generarían un colapso de estupidez, solo hay espacio para destruir: nada de críticas constructivas. Por desgracia, pecan de inocentes los caceroleros/botelleros: el gobierno no se cansa de alardear sobre su fabulosa habilidad; que consiste en no ver lo que existe e inferir lo que no saben. Por caso: en su discurso del 9N, Kristina tuvo la delicadeza de forrear a los indignados, resaltando (con perversa ironía) la importancia del XVIII Congreso del Partido Comunista chino, desconociendo la marcha y alabando a un país no demasiado democrático, pionero en 'lavado de cerebro' como diría Edward Hunter. Ciega, sorda y algo estúpida (sin ofender). [NÉSTOR]

Claro, sería injusto de mi parte detenerme en el dislate discursivo, en las insólitas chicanas de la 'maestra ciruela' Cynthia García (panelista habitual del bufonesco programa ‘678’), y en la fálica interpretación política y antropológica que los sabiondos del kirchnerismo promulgan. Desde este humilde blog podemos hacerles el juego (nos encanta hacerlo) pero un ratito nomás. No puede el leitmotiv de la protesta estar en segundo plano. Aunque heterogénea minoría todavía, buena parte de los argentinos renunció al apático letargo post-electoral ('voto y me chupa un huevo lo que pasa estos cuatro años') y le pidió al gobierno dialogar con los circenses bloques de la oposición para convenir políticas públicas que eviten la implosión del modelo, sobre todo el económico, que bailotea al borde del abismo. [NÉSTOR]. Hasta ahora, el oficialismo ha 'escuchado' (es el argumento), pero solo a quienes están de su lado (o sea, quienes se callan la boca con tal de tener una porción de la torta): empresarios afines, intendentes lame-culos, CGT Y CTA oficialista, etc. [NÉSTOR]. Justamente (y acá viene la parte aburrida) quiero hacer mención a la cuestión económica. Lejos está la Argentina del caos de 2001 y la cuasi economía de guerra posterior. Pero resulta inverosímil comparar una y otra vez todos los escenarios con aquel desbarajuste histórico. Los índices (bastante desinflados) de pobreza y desocupación han caído, pero la calidad del empleo no parece haberse movido, mientras que los pobres que quedan (que son muchísimos, sobre todo en el interior de las provincias) son cada día más pobres y están excluidos del mapa político: no son importantes (sonrisas). A pesar de un discurso superador sobre la movilidad social, ésta no existe. [NÉSTOR]. Mucho menos la tan mentada distribución de la riqueza. [NÉSTOR]. Los ricos [NÉSTOR] siguen llenándose los bolsillos: no gracias al establishment de antaño, sino gracias a un gobierno al que le gusta hablar mucho pero no hacer un carajo. Sin eufemismos, ‘roban a cuatro manos’... Tal vez sean las anteriores, cuestiones subjetivas. Muy bien, vamos a los hechos. Al día de hoy, con un evidente estancamiento (no se crece a 'tasas chinas'), con un endeudamiento disparatado, y una inflación descontrolada, los que ‘pagan el pato’ son los que menos tienen. El sinceramiento no se está llevando a cabo, manteniendo subsidios innecesarios (por ejemplo, la energía de tipos que viven en Palermo, Recoleta, que bien podrían pagar más por esos servicios), haciendo acopio de dólares (los que no se fugan por canales paralelos, claro está) para pagar intereses de deuda, sin financiamiento externo por el irresponsable manejo del gobierno en la materia, y con una presión y un control excesivos sobre los movimientos de los ciudadanos por parte de los perros de la AFIP (de ahí el cepo al billete verdolaga). Las industrias apenas pueden subsistir sin tomar crédito, disminuyendo su actividad (el bloqueo de importaciones de bienes de capital embarra la cancha). [NÉSTOR]. Los esbirros soja-dependientes (tan estigmatizada en 2008) hacen cadena de oración para que el clima sea benigno, y los precios internacionales de las commodities se mantengan altos. La industrialización es una falacia, por más que algún ministro de papel quiera hacer alarde de lo contrario. [NÉSTOR]. Se despilfarran los recursos del ANSES y se asaltan las reservas del Banco Central para financiar gestas inútiles - como el 'Fútbol/Automovilismo/Bochas para Todos' y la estatización de Aeroniñas Argentinas e YPF, manejadas por pendeviejos que no saben ni sumar ni restar -, dejando en situación de desamparo a los jubilados que cobran miseria, y a los laburantes a quienes el fisco (y la gordura de nene Máximo) les roba hasta las ganas de vivir (más sonrisas). Y así puedo seguir, mas no es el fundamento de esta reseña. Aquella conceptualización tan aburrida, si bien muy dispersa y general, contribuye a derribar una parte importante del relato, que va de anuncio en anuncio, de mentira en mentira. [NÉSTOR]. Queda, entonces, una pregunta: sabiendo que la pervertida mano invisible del mercado soluciona todos los males del mundo, con qué objeto se mete el Estado constantemente en las políticas económicas? El amateurismo de estos verduleros es alarmante, aunque su viveza sea prodigiosa (interviniendo se afanan todo a costa nuestra, cagándose de risa ante la vista gorda de la Justicia). Aquí el dialogo de nada puede servir. Del otro lado hay una banda de delincuentes. Así que habrá que destruir lo que se pueda, desde donde se pueda; cosa que no implica derrocar al gobierno constitucional, elegido el año pasado, sino limitarlo a la mínima expresión en las Legislativas del próximo año. Habrá que evitar que logren los dos tercios necesarios en ambas cámaras del Congreso para una posible reforma de la CN, dilapidando por completo el sueño de 'Kristina eterna', obligándola a gobernar para todos y todas. [NÉSTOR]. Así, no solo los manifestantes de la marcha de la semana pasada quedarán huérfanos de representación (con una oposición patética), sino también quedará acéfala la facción que se ufana hasta la pelotudez 'si mañana fuesen las elecciones, Kristina arrasa', sin que les entre en su pequeña cabecita de colegiala enamorada, que CFK no se puede presentar!! En la constante búsqueda de poder, anteponiendo sus intereses a los del (verdadero) pueblo, cualquiera puede darse cuenta que este gobierno, de 'nacional y popular' no tiene un 'cazzo'.

El 8N podría haberse evitado. No, "cediendo el gobierno a las presiones de la derecha procesista ultra-conservadora" (como diría un intento de periodista y proyecto de persona en el panfletario Tiempo Argentino), sino usando la cabeza. Y la clase media no la uso cuando votó en 2011; ya lo he dicho en su momento. Se permitió compadecerse de una mujer que no hizo lo mismo con las 51 familias que perdieron a sus seres queridos en la tragedia de Once, víctimas indelebles de la demencial corrupción que empapa a Jaime, De Vido, los hermanos Cirigliano y Schiavi, entre otros. Se compadeció de una mujer que se burla de los que padecen hechos de inseguridad cuando habla de 'sensación'. La clase media se compadeció de una mujer a la que no le importa que gasten una fortuna en el supermercado pues interpreta como 'inflación' al escandaloso crecimiento patrimonial de la panza de su hijo Máximo. Correspondía limitar el poder para un posible segundo mandato. [NÉSTOR]. Mas la falta de alternativas en la oposición acabó estupidizando (hace un año) a quienes marcharon (hace una semana) por 'más y mejor democracia', gratuitamente agredidos por funcionarios prejuiciosos que ven en el disenso y en el libre albedrío, un golpe de estado permanente. No pueden ellos, desde el hemisferio gubernamental, entender todavía el porqué de la victoria de Kristina en las últimas elecciones; sería infantil pedirles que comprendan los reclamos (sensatos) de un cacerolazo tan masivo. Sin embargo, no fue la clase media la única que no uso la cabeza: el gobierno tampoco lo hizo. Con un importante colchón crediticio, no se dignó a modificar lo que (sabía) no estaba bien para potenciar los aspectos positivos, y se dedicó a cometer un error tras otro, en pos de profundizar la mentira y la división de los argentinos, en pos de hacer más y más grande la fábula del 'gobierno más importante de la historia del país', enfrascado en una feroz batalla contra los agentes del caos: el Grupo Clarín, la Sociedad Rural, y un largo etcétera que me tiene totalmente sin cuidado. "La mentira no tiene patas".

Congregados en torno al monumento emblema de la sociedad de los simios (un ciclópeo falo de color blanco), gorilas, orangutanes y chimpancés vociferaban por sus bananas verdes, ambrosía de opulencia y miseria del pueblo inocente. A su paso, una estela de pelos quedaba, mientras el fuego de la avaricia consumía las obras que Él había erigido; obras del Santo más amado por los pobres. Recuerdo con emoción el peregrinaje y las lágrimas de los descamisados, tras el paso a la inmortalidad de su héroe. Pero el amor siempre vence al odio, y fue la juventud maravillosa la que protegió - en el nombre del Santo - a la brillante emperatriz y derrocó a los que oprimían a las masas desde las sombras de lo ominoso. Vacuos serían los esfuerzos del abominable líder de los primates: el célebre Doctor Magnetto, miembro de una corrosiva aristocracia militar. Es así que el hermoso sueño de Él continúa traqueteando con firmeza, mientras las entelequias simiescas ven como sus privilegios se descuajan al calor del generoso corazón del ídolo que tanto extrañan los que menos tienen. Ya no podrán vestir esos libidinosos harapos, ni tomar el te de las cinco en jaulas de oro. Porque los pobres también tienen derechos, los que aquel profeta que vino del sur defendió hasta su último día. Es tan difícil de tolerar que los de abajo suban para esos repugnantes monos... Quieren todas las bananas para ellos. Pero ni siquiera la violencia les permitirá adueñarse de la verdad.

De nada servirá que la presidente de los cuarenta millones de argentinos (o del 54% de ellos), soberana de este imperio de ilusiones - enceguecida por un poder que no podrá ostentar por siempre - recite hasta la locura el mantra del amor, legado del 'hombre que cambió la forma de hacer política'. El superfluo relato cristinista no tendrá jamás ninguna relación con la extravagante versión de 'La planète des singes' del párrafo anterior. Sin embargo, para fortuna de Kristina y de su corte de obscenos obsecuentes (y para desgracia de quienes vemos el espíritu autodestructivo de la gestión), gruesa parte de la sociedad dejó caer la venda de sus ojos demasiado tarde, tras otorgarle una masa inhóspita de votos, un cheque en blanco imposible de no cobrar. Sus alaridos pueden resultar fútiles para un gobierno que no tuvo, ni tiene, ni tendrá nunca intención de oír reclamos, hasta tanto esos pedidos se ajusten a su enfermiza idea: la de un país donde hay un ellos y un nosotros; donde supuestamente ellos representan la bondad, la justicia, la equidad, el amor; y nosotros representamos el egoísmo, el libertinaje, la envidia, el odio, y es Clarín quien nos representa en primera y en última instancia. Si la medicina política no halla una cura para la ceguera y la sordera, nuestra ilustre y hermosa emperatriz no tendrá más alternativa que dejar de hablar.

NOEELIA NOEELIA NOEELIA NOEEELIA NOEEEEEEEEEELIAAAAA! (8)

Written and Posted by Cesar de la Luz
Dedicated to Noelia Marchesi

sábado, 13 de octubre de 2012

Reflejo dorado sobre el perfume de locura

Cerró los ojos y evocó el olor a gasolina [...] Él se encontraba sentado en un coche con 
el cristal de la ventanilla bajado. Ella se acercó corriendo, echó la gasolina a través del hueco 
de la ventanilla y encendió la cerilla. Fue cuestión de segundos. Las llamas prendieron en el acto. 
Él se retorcía de dolor mientras ella oía sus gritos de horror y sufrimiento.
Stieg Larsson [Flickan som lekte med elden - The Girl Who Played with Fire]

Un intelectual es alguien que ha encontrado algo más interesante que el sexo.
Edgar Wallace

Fragmentos en peregrinación – Offtopic

Algunas personas solo lo murmuran; pero en su fuero más íntimo, no lo consideran únicamente un rumor. Por miedo, lo interpretan como un error en las ecuaciones de la virtuosísima naturaleza; desde otra perspectiva, consideran aquello como un gran acierto en las absurdas intenciones distópicas del Creador. Fuera de ese espacio, y basado en hechos de los cuales he sido testigo inequívoco con el correr de los años, puedo aseverar que dicho rumor trasciende las fronteras de la ciencia o la religión, transmutándose en una verdad a gritos, en una entidad con interpretación propia. Cuando alguien se abandona por completo a la última desgracia, lo terrible no es que ésta consuma cada estrato del alma y del corazón, alienación del hombre moderno. El problema radica en el imperdonable delito que constituye robar fragmentos de esa existencia ya condenada a una eternidad de sufrimiento, a fin de vender esos fragmentos al mejor postor, pertenezca ese ser a este mundo o a otro mundo. El siniestro en cuestión no permite quejas; encontrará solo silencio. Y desconoce toda compensación; el dinero, la materia, no puede pagar ciertas cosas. Cometida la ofensa, se altera la historia, su historia…

Inmensas columnas – decoradas con extravagantes dibujos, paradigma de lo triste y detestable del tiempo – sostenían el abismal templo de ese cuento de terror, toqueteando el cielo con increíble perversión. Llamas anaranjadas sobre cínicos candelabros capturaban la atención del harapiento muchacho, peregrino sin rumbo por el feudo de bestias. La fantasmagórica imponencia del lugar hacía fallar su percepción, ya vacilante, indeterminada la altura y real envergadura de una sala, cuya valía artística descansaba también sobre sus ominosas paredes. El sinsentido de aquella pesadilla hubiese hecho tambalear al más fuerte. 

Apenas unos segundos después que se encendieran los motores de la antiquísima locomotora sanguinolenta, poniéndose en movimiento las penas ajenas, comenzó a diluviar: adorables e inofensivas cucarachas fueron el perfecto vínculo entre los vicios del paraíso y las bondades del infierno que dominan la ciudad sin nombre. Los sórdidos vagones protegían de esa particular lluvia a los infelices que se habían arriesgado a comprar el boleto hacia la nada misma; y también se encargaban de ocultarlos, por qué no, del insoportable aroma otoñal, próximo a contaminar las horas del mundo. El brillo grisáceo apenas se colaba por los sucios y descuartizados ventanales. Atrás ya había quedado la Primera Estación: ni más ni menos que la terminal de trenes de Oviedo; no había sorpresas en esa horripilante mañana de marzo. Sorteado el cementerio de inverosímil fealdad donde descansan las formaciones en desuso, bordeando los inefables jardines de la mentira, el vertiginoso movimiento de las cucarachas iba creciendo, excitadas por alguna entidad incorpórea, otrora bella y angelical, que las llamaba a pecar contra la humanidad. La frustración rápidamente se convertía en goce; hasta que esos tristes ojos oscuros se cerraron, abriendo las puertas del caos, dando la bienvenida a los recuerdos de la última primavera y su fingida inocencia. Así comenzaba el cuento de terror del desgraciado sujeto que regaló los fragmentos de su existencia.
Las inscripciones talladas con el rencor de los dioses en las columnas del ciclópeo templo no guardaban relación con civilizaciones antiguas; tampoco parecían concepciones de universos surrealistas. Los pequeños garabatos que conformaban fantásticas proposiciones solo podrían haber salido de la mente de un condenado, de alguien que había dejado su pasado, su presente y su futuro en esas palabras. Ni se inmuto el pobre muchacho cuando reconoció su propia obra, grabada en un lugar que no había visitado ni en sueños. Pero no pudo evitar estremecerse cuando sobrevino la imagen de una botella flotando en un mar de absoluta perfección. Esos preciosos momentos pertenecían a su insignificante vida. En tanto, las débiles luces de los candelabros apenas alumbraban las cientos y cientos de pequeñas figuras, adorables y cargadas de maliciosa emotividad, desnudas en la pared. Aquellas caricaturas simbolizaban lo más terrible de la existencia humana, representaban la decadencia del ser y el esplendor del no-ser. Como si alguna parte de su cuerpo fallase fue imposible exteriorizar sus penas. Lo más notable de esas siluetas no eran sus motivos infantiles y su carácter netamente falaz, sino que dichas curvas eran típicas de los seres del cielo, antes que la impía bestia blanca y su abominable madre devorasen el calor y el color de la locura, antes que desapareciera el brillo de los astros más hermosos del firmamento.

Ese firmamento insondable, pesada y gloriosa sombra de lo ominoso, no tardó en quebrarse. La opresión en el pecho era un mal necesario, el precio por balancearse sobre la muralla que separa a la isla del resto de las sustancias. Se desvanecían los esqueléticos árboles y la visión de esas paredes blancas, mientras las columnas del templo eran violadas sin piedad. Una voz gutural lo llamó; operó un gran cambió en aquel infeliz, que corría como un loco en busca de una salida; las palabras talladas se perdían para siempre en los recuerdos de un lugar que se odiaba a sí mismo. Cada estallido derribaba candelabros y sumían a la sala en una oscuridad aún mayor. Se arrastraba por momentos, dudando entre recibir la furia que solo Dios puede desatar o escapar de esas formas espantosas. Divisó el umbral formado por un arco incoloro. Finalmente había escapado; sin embargo su peregrinaje estaba apenas comenzando

Algunos cientos de metros más adelante, en el bajo de aquel paraje trémulo de verdoso tono, enceguecedor en toda su extensión, había un pequeño lago, quizá un espejismo barato de novela barata. Fusión decadente, pálidas imágenes y angelicales vivencias confluían con innegable erotismo donde braman las bestias y oyen los ignaros dioses que las crearon. Los rayos del obeso sol, eternamente adolescente, estallaban contra la misteriosa alfombra de agua cristalina, que desde esa distancia se admiraba ínfima, e irresistible, por qué no. Más allá, fuera de todo sentido y sueño, el vacuo material. El templo en ruinas y el pequeño lago. Sobrevivir al desierto de yuyos dependía del azar; escapar del mal sueño era, sin dudas, una cuestión que excedía las diatribas de un ser humano sin nada de humanidad. La situación del personaje en cuestión era calamitosa pero también hilarante, pues la única persona con el poder para salvarlo jamás aparecería, sin importar de qué lado de la muralla se encontrase, sin importar cuanto desease dicha presencia, sin importar cuanto rogase por aquella. Sus plegarias no serían escuchadas, como había sucedido antes, como sucedería siempre. En el fondo, siquiera sabía si la persona formaba parte de la historia, de su historia.

Huérfano de alternativas, con el rostro entre algo de sangre y mucho de polvo, con golpes en el abdomen, con su brazo izquierdo adormilado, y balanceándose cual alcohólico, decidió recorrer esa cuesta inmunda que no le recordaba excepto su propia agonía. Sin llanto y sin sonrisa, esperaba que su pesadilla acabase allí, en el mar de locura bajo la luz despigmentada del astro más gordo de todos. Se arrastraba. El dolor poco a poco se convertía en un hábito triste, como las miles de estrellas apagadas por la lujuriosa arrogancia; acotando su existencia, remitiendo sus ganancias, a eso que es tan difícil de pronunciar, y mucho más difícil de definir y de aceptar, motor por el que adquiere una terrorífica entidad, un simiesco cuerpo dentro de los cuerpos sin alma ni corazón. Bailoteaba. Con el ominoso vacío como único testigo de la burda hazaña, se aproximaba el bello encuentro con la aún más bella muerte, eterna y etérea solución a los problemas de los vivos. Las pocas nubes que se alzaban sobre su cabeza traían el amenazante gris, color característico de los que ya no tienen una razón para continuar mirando ese cielo. Tardó casi una hora en recorrer el páramo extasiado de verde. Las recurrentes visiones poca relación tenían con la dicha, intercambiando el presente por el pasado, sin finas coplas de tristeza; con fieros golpazos a una bolsa de arena muerta, determinando el épico sufrimiento, el indelegable poder de Dios y del Diablo. Aún se resisten, ellos, a dejar en paz a los moribundos. Brillaban las aguas de aquel lago, llenas de perfección, sedientas de sí mismas, aguardando su próxima víctima. Aproximándose allí, el hedor característico de la hierba se transformaba en algo cien veces repugnante, en lastimosas caricias de verano; después de mucho, el desgraciado se sintió acorralado por el caos, que su sueño no era otra cosa que la realidad misma. Simbiosis artera de espanto y suave ternura, el aroma a locura trasvasaba el éter y a medida que las 'aguas' se hacían más y más grandes, más y más grande se hacían en su mente los otros tiempos: los que pasaron y los que no vendrán. Los recuerdos aplastaban los fragmentos. La ausencia crecía a cada paso, hasta tocar las fibras más íntimas, las que pensaba que ya no existían. Tal vez fuese la realidad lo que allí vivía, y todo lo anterior, sus padecimientos y sus inmensas felicidades, una imagen sin valor en los dominios de lo onírico. El perfume nublaba el horizonte distante, mientras la bestia blanca de pequeños ojos incoloros golpeaba las paredes de su pecho, presta a destruir lo que antes no había podido. Ya en el lago, apenas podía respirar; con sus piernas dentro de un frasco de temblor. El aroma prohibido declamaba el genocidio de sus futuras concepciones pasadas. Una mano delgada atravesó el delicioso manantial...

No se trataba de agua. El agua no posee la viscosidad de ese líquido infernal donde estallaban los pesados rayos del grasiento sol. Hubiese preferido morir aplastado por alguna columna del templo que ya no existía más, cuesta arriba, en el prado desolado. Sus dedos pecaminosos volvieron a quedar impregnados con ese perfume. No se trataba de agua. Intentó cubrir su nariz y su boca, pero de nada serviría. En el fondo de aquel lago detestable estaban los fragmentos que faltaban; pero, cómo recuperarlos sin enfrentarse a los demonios con alas? "Valdrá la pena responder al llamado de la locura?", se preguntaba. No se trataba de agua.

La tragedia sucedió cuando se asomó para admirar en detalle esas aguas perfumadas. La imagen de la desazón que se dibujaba desapareció, convirtiéndose lenta pero inexorablemente en la visión de agonía más hermosa, en un reflejo dorado que hizo temblar su cuerpo con brutalidad. Escuchó esa voz, pero las palabras no salieron; escuchó esa voz y las lágrimas se agolparon en sus ojos muertos; y perdió la poca cordura que aún conservaba. Cambiaron los tiempos, pues esa sonrisa en el lago no le pertenecía, tampoco el brillo supremo que la caracterizaba. Se echó sobre el verde césped, al borde del estanque, cubriéndose del sol con su esquelético brazo; se rindió ante el poderío inconmensurable de los recuerdos. Intentó olvidar su historia; como si aquel silencio no hubiese existido, como si aquel árbol continuase protegiendo a las débiles bestias de la monstruosidad de la bestia blanca y su despiadada madre, como si aquella escultura no hubiese sido un instrumento de venganza. Volvió a sentir algo, aunque no fuese más que una terrible tristeza. La opresión en el pecho pronto desapareció; también ese perfume suave y penoso. Al unísono, la llama de su vida se apagó. El cielo se quebró. Una espeluznante rajadura marcó el principio del reinado de la oscuridad. El páramo se volvió negro, y el verde césped pasó a ser una alfombra de cenizas indescriptible. El tipo observó detenidamente las aguas, sin brillo pero inmutables. Todo se había venido abajo. Con la intención de arrojarse y acabar con las penas, se asomó para ver ese reflejo una última vez pero todo lo que había era una amarga sombra sin nombre. Flotando por la orilla apareció un diminuto cofre con motivos estivales, frágil, como la delicada mano de una princesa. La tomó y corrió la tapa con mucho cuidado; adentro no había otra cosa que cucarachas, libres de todo pecado, amantes de ese perfume detestable.

Allí acabó el cuento de terror, llegando a la octava estación del recorrido. Rostros inexpresivos por doquier. Ninguno de los cinco ocupantes del sórdido vagón 528491 se dio cuenta que el tren se había detenido. Todavía confundido - sobre todo por el realismo de aquellas imágenes -, a través del astillado ventanal alcancé a divisar a un sujeto vestido completamente de negro, sentado en un banco alargado, con un bolso y un paraguas descansando a su lado, en medio de un andén tan gris como el manto eterno. Recién cuando la formación arrancó me di cuenta de quién se trataba: era el mismo tipo de mi cuento de terror. Ya no caían cucarachas del cielo, de hecho ni siquiera se las podía ver bailoteando por los suelos de aquel feudo repulsivo. Cuando me asomé, el muy desgraciado estaba ya en el cruce, con la mirada perdida, muerta, sosteniendo un paquete toscamente embolsado, fino y rectangular, con una inscripción bastante ordinaria, aparentemente el destinatario. Fue haciéndose más y más pequeño, hasta quedar reducido a un punto tristón en una inmensa hoja; y recordé que debía bajar en esa misma estación, la octava, para entregar otro paquete. Desconozco su destino en aquella tierra de bestias. Mucho menos puedo precisar si, efectivamente, fue testigo del reflejo dorado sobre el mar de locura, cuesta abajo en aquel prado verde que luego sería ceniza. Pero sí puedo asegurar que de sus ojos se desprendía la agonía más cruenta que jamás haya visto en una persona, o intento de persona, pues parece aventurado llamar 'persona' a un cuerpo inanimado, raquítico, que carece de alma y de corazón, fragmentos en peregrinación enterrados para siempre en las arenas desoladas de alguna costa helada y mugrienta.

(8) PUEDE QUE SI, PUEDE QUE NO… (8)

Written and Posted by Cesar de la Luz
Dedicated to Hachi Cerviño

martes, 14 de agosto de 2012

Lo que nunca debió unirse


El sexo existe. No hay nada que hacer al respecto. El sexo no construye caminos,
no escribe novelas, y ciertamente no le da sentido a nada en la vida salvo a sí mismo.
Gore Vidal

El canto de las sirenas lo traspasaba todo, la pasión de los seducidos habría hecho saltar prisiones más fuertes que mástiles y cadenas [...] Sin embargo las sirenas poseen un arma mucho más terrible que el canto: su silencio. No sucedió en realidad, pero es probable que alguien se hubiera salvado de sus cantos, aunque nunca de su silencio.
Franz Kafka [Das Schweigen der Sirenen]

The Dark Knight Rises - Review Movies

Basta con cerrar los ojos un instante, querido lector. La endeble muralla cognitiva que protege y permite el correcto funcionamiento de los sentidos caerá; y llegará, entonces, el momento de entregar cuerpo, alma y corazón - los que aún tienen la dicha de conservarlos - a ese abismo de negrura inconmensurable que son los recuerdos. Sin piedad, el tiempo se extenderá en todo plano posible, adoptando insospechadas formas, y levantará aquello que habíamos creído derrumbado para siempre. Inmersos en una detestable carrera en pos de conservar la cordura, no bastará con abrir los ojos; tristes resabios de humanidad quedaran a merced de las sombras de lo ominoso. Para escapar, habrá que ascender y trascender, habrá que trepar los muros del miedo, como un héroe que busca la luz de su propia justicia.

Basta con cerrar los ojos, para ser testigos de aquello que vivimos alguna vez: las primeras luces del despigmentado sol colándose entre los raquíticos árboles de aquella pequeña y helada isla de paredes blancas; el aberrante silencio, interrumpido únicamente por lánguidas voces y sublimes estallidos; un desquiciado payaso de traje púrpura declamando el caos definitivo; una sonrisa deslumbrante, inolvidable, proveniente de algún rincón del cielo, enviada a la Tierra no por Dios sino por el mismísimo Diablo; el calor inexpugnable en el regazo del ángel más hermoso de todos, y el color de una mañana de enero que fue, pero que al mismo tiempo nunca debió ser; caricias al alma y al corazón convertidas en puñales capaces de penetrar cualquier armadura. Desafortunadamente, no todos podemos ser un héroe...

Enfrascados en una vida que vale menos que la vecindad del Chavo, a la espera de las bondades que la bellísima y sensual muerte nos brindará, uno se pregunta: qué carajo ve Christopher Nolan cuando cierra los ojos? Intentaré esbozar alguna teoría al respecto aquí.

Películas mediocres y antojadizas; actores sobrevalorados, desamorados de sus personajes; público apático, sin un genuino sentido crítico. Inquebrantables reglas de un arte que abandonó su estadio de origen, para convertirse paulatinamente en un negocio frívolo y degenerado. Pálidas concepciones; absurdas iteraciones; el dinero por encima del sentimiento: amor u odio, no importa cuál; exceso de oferta en un mundo envuelto ya, en suficientes excesos. El cine, cercado por los beneficios, por las nuevas tecnologías, por la crisis de identidad de los pueblos y, sobre todo, por su propia demagogia. La resistencia es débil y, por momentos, ponzoñosa. De aquel abismo falto de luz, sin vacilaciones, un héroe emerge, asciende. Pero no se trata del héroe compasivo y servicial del imaginario infantil: es uno rebosante de malignidad y de astucia, uno que propone juegos perversos para desatar el caos que salve del caos a la industria. El ídolo hace estallar los pilares de resignación; extirpa las entrañas putrefactas. La resistencia se apoya en el esplendor de los caídos, y ofrece al espectador el cine de antaño, el que el vil metal se propuso enterrar. El arte vuelve a ser. Nolan cierra los ojos, y recuerda su propia epopeya.

Con una mano donde solía estar mi corazón (que descansa eternamente bajo las arenas desoladas de alguna costa mugrienta) no tenía la más puta idea cómo empezar esta reseña. La inspiración se hizo la distraída y fue prácticamente imposible concatenar frases decentes. Pero como sucede habitualmente en esta hermandad surcada por el odio al odio, la vaga incertidumbre da lugar a una locura deforme e incontrolable; que se materializa únicamente bajo el ala del dislate discursivo. Sentimientos casi humanos de grandilocuente expectación e inmensa tristeza colisionaron, finalmente, durante la noche del jueves 26 de julio. Así que no pidan imparcialidad; no esperen opiniones o argumentos sesudos, plausibles de un profundo e interesante debate; no proyecten conceptos políticamente correctos. Las palabras siempre son un impedimento para el verdadero sentir de los que mantenemos los ojos bien abiertos, temerosos de las entidades que nos acechan al borde de la existencia. Más que una crítica, esta reseña es un homenaje, necesariamente sentido y visceral, a este héroe llamado Christopher Nolan, y a su creación "inmortal e inmoral" (RF and ME dixit).

Fanáticos, detractores y cinéfilos en general especularon, en la misma insólita proporción, acerca del final (EPICO) de la trilogía del venoso encapotado. "Que aparece tal o cual". "Que muere este o aquel". "Que pasa esto o lo otro"... y un larguísimo etcétera, camino sin retorno hacia la mismísima nada. Por supuesto, determinados aspectos caían por su propio peso y, hasta para el más obtuso (pelotudo) de los mortales, eran una certeza. Aún así, la productora de la W y la B, temerosa de las bocazas que nunca faltan abrirse, hizo firmar un puto papel a los actores, quienes se comprometían a guardar un sacramental silencio sobre el desenlace (EPICO) de esta obra maestra. Obviamente, se les hizo bastante complicado escapar al (a veces) malintencionado interrogatorio de los medios llenos de miedo. En este orden, y gracias a un estudio realizado por distintas entidades de bien público - entre ellas, la Universidad de San Martín de Mierda (UNSAMdM) -, se estima que aproximadamente cincuenta y tres millones de personas hablaron al pedo durante estos cuatro años, dejando en claro que, aunque lejos de ser un acontecimiento fundamento para el devenir de la historia, la conclusión (EPICA) de Batman suscitaba la atención de la industria, como pocas veces. Desafortunadamente, el final (EPICO) del misterio dio paso a un horror indecible.

No es necesario apelar, en concreto, a los hechos de la madrugada del 20 de julio en un cine de Aurora, Colorado. El arrebato demencial del tipo con la máscara de gas, armado hasta las bolas, es ya conocido por todos. Si quieren detalles, búsquenlos en otro sitio (preferentemente en INFOBAE, una auténtica basofia), no en este blog :). Pero la desidia aquí planteada, no debe expiar los pecados de los responsables de esta tragedia de envergadura, que hirió a una sociedad indiferente y retrógrada en su punto más vulnerable. Mientras el autor material se enfrenta a un centenar de años de reclusión, los verdaderos cerebros detrás de los doce asesinatos y del pánico generalizado alrededor de TDKR (de Warner Bros. y DC Comics) están libres por ahí, detrás de un escritorio, planificando su próximo movimiento: estoy hablando, por supuesto, de los ejecutivos de altísimos sueldos de Disney (propietaria de Marvel). Lamentablemente, las pruebas recogidas por la policía - que apuntaban a un pago de la productora para niños al infeliz James Holmes (el loco de la mascara de gas) - fueron compradas por unos tipos vestidos de Mickey, el pato Donald, Goofy, el sapo Pepe, Shrek, Dr. Coloso, entre otra sarta de disfraces muy sugestivos y sugerentes (desubicados hay en todos lados). La corrupción vela por estos 'tributos', los arropa y alimenta durante los 'juegos del hambre', convirtiendo verdades imponentes en conjeturas bastante pueriles. El tiroteo, lejos de provocar una merma en la expectativa, fue comidilla de los morbosos de siempre, sin importar su ubicación geográfica, ávidos por "saborear" la furia genital de esta inolvidable cinta, cierre (EPICO) de la trilogía de Batman.

El embate de los recuerdos de aquella mañana de enero se detiene durante las casi tres horas que dura The Dark Knight Rises, pues resulta imposible cerrar los ojos, pestañear. El desafío constante de Nolan para con el espectador impide abandonar detalles, que harán, eventualmente, encajar la historia con perfección absoluta. A pesar de una excesiva introducción de personajes secundarios, el comienzo es vertiginoso, abismal; aquí es donde el villano empieza a atormentar al público, volteando un avión como si fuese un juguetito. La cavernosa voz de Bane y sus músculos inhumanos anticipan la tragedia, el final de una leyenda que dista de ser bella. Luego, todo se desarrolla con suavidad. La falsa y patética paz de Gotham City (NYC, por caso), propiciada por la Ley Dent, no necesita del encapotado, quien todavía carga con el asesinato del fiscal de las dos caras; ocho años han pasado desde el desmadre del Joker, por suerte ignorado durante toda la película (preferible el negacionismo al boludeo). La sospechosa aparición de Selina Kyle/Catwoman y el ataque a Jim Gordon (víctima de los mercenarios del rocoso) ponen a trabajar nuevamente a nuestro protagonista, que apenas se deja ver, con su pata coja y su barba marxista. TDKR toma vuelo a partir de allí, con la toma de rehenes de Wall Street y la persecución subsiguiente (que acaba con la emocionante aparición, por vez primera en el film, de Batman a bordo del inefable Batpod - la motito); y con el impactante y hasta intolerable derrumbe del estadio y los puentes que conectan a la ciudad con el exterior. Imágenes que quedarán en la retina de los amantes del verdadero cine: el cine de destrucción, moral y física. Lejos de ser una mole sin cerebro, Bane se despacha con discursos memorables, más cerca de un pensador, crítico de la modernidad, que de un tipo que busca la anarquía de la ciudad que se salvó ya dos veces de los hermanos Nolan. El guión tiene algunas imperfecciones mínimas, claro, como insuficiente ante tanto drama y acción, combinados en un cóctel de excepción. Las actuaciones hacen ebullición cuando el villano empieza a volar todo por el aire; un rasgo común de éstas, será la efusividad de sus expresiones, que toman un papel preponderante - a veces, por encima de las palabras -. Y el clímax de la batalla en las profundidades de GC, entre 'el bien y el mal', sin música, en crudo, resaltará la desesperación por vivir. Y más de uno querrá abandonar la sala...

El legado del hombre murciélago no se remonta a la confusión situacional, sino a su ascenso final: no habrá cárcel que pueda retener al héroe que decida trascender para olvidar el pasado. Entonces, el espectador se rinde ante el desquiciante griterío de los prisioneros y también brama, desde el fondo de su existencia. Sentado en su butaca, acaba echándole una mano a su ídolo; lo empuja, mientras entremezcla la realidad con la ficción, implícito objetivo del director inglés. Son la clase de cosas que los cinéfilos pelotudos, cuya sesgada y perfeccionista visión impide apreciar lo que sucede a su alrededor, nunca sentirán. El bestial enfrentamiento en las blancas calles de Nueva York... Gotham City, bajo el precioso manto del cielo grisáceo, entre policías y mercenarios, parece indicarnos el final de la gesta. Miramos el maldito reloj de verdes manecillas y sabemos que todo acabará pronto. Pero nunca imaginamos cómo. El desenlace es conmovedor; un poco previsible tal vez, pero acorde con una trilogía que hizo historia grande.

Las interpretaciones, muchas de ellas con antecedentes - buenos, regulares y malos - descansaban también en el limbo del misterio. Los focos apuntaban, sobre todo, hacia los villanos, con el maravilloso recuerdo de Heath Ledger y su perfecto Joker siempre presente. Una prueba de fuego que Nolan hizo sencilla, utilizando tres artilugios formidables. A saber: multiplicó los personajes secundarios y desarrolló sus historias de forma muy consistente; desenfocó a Batman y exaltó al hombre detrás de la máscara (aún más que en las entregas anteriores!); y dotó a Bane de una maldad aberrante, de una brutalidad inusitada, convirtiéndolo en otro héroe, en el gran rival del murciélago, y auténtico exponente del colapso de masas. La suprema humanidad del protagonista va de la mano con una actuación soberbia de Christian Bale, que brama, que sufre, que se sobrepone y asciende como si nunca hubiese existido otro Batman, pues este papel le pertenecerá de por vida. Pero su némesis en TDKR no es muy distinto. Una mirada fiera, una corpulencia desalmada y una voz que parece como salida de algún rincón ominoso de la sala, hacen de Bane un tipo glorioso que pone en seria duda los valores de la sociedad moderna y la atormenta hasta el quiebre. Tom Hardy, desconocido para muchos, enloquece con su postura, casi sin que se note que se trata de un viejo adicto al crack. Dentro de esa estructura, es Michael Cane, el mejor. Paternal y exquisito, maravilla cada intervención del mayordomo de eternas canas. La previsible solidez de Morgan Freeman (Fox) y Gary Oldman (Gordon) palidece ante la violenta hermosura de Anne Hathaway y la sensualidad de su personaje. Nadie daba ni un penique por la actriz que supo ser una princesita de Disney. Delicada, perturbada, con un corazón que bailotea entre la frivolidad de los malos y la ternura de los buenos, Selina Kyle es el perfecto complemente tanto para Batman como para Bane. Y la majestuosidad de Nolan empapa a los menos como Joseph Gordon-Levitt y Marion Cotillard, quienes sorprenden con sus actuaciones pero no con sus identidades.

La inviolable y dramática humanidad de los personajes va a caballo de impactantes escenas de acción, típicas del londinense. En todo hay espectacularidad si; pero jamás se resigna el toque artístico, que sorprende en Hollywood, donde la tecnología ha ganado la madre de las batallas. Cada detalle esta asquerosamente cuidado; con una banda sonora y una fotografía difíciles de superar (Hans Zimmer y Wally Pfister deberían retirarse, por el bien de la industria). Ya desde un punto vista muy personal (y personalista), sigo prefiriendo la efusividad eréctil y artera emotividad de The Dark Knight. Sabido es: aquel monumento que conjuga, como ningun otro, tristeza veraniega y angelical felicidad, continúa siendo mi película favorita, aunque hayan pasado más de siete meses desde la última vez que la vi. En esta secuela también hay vértigo y un profundo arraigo con la realidad que se vive. No quiere decir que dicho tópico no sea abordado en otros ámbitos ajenos al Séptimo Arte, pero es difícil que se presente con semejante verosimilitud en el fantástico género de superhéroes, acostumbrado a tener historias trilladísimas que emboban a los bobos. Me hago responsable de las opiniones aquí vertidas. 

Veamos:
Lo mejor: la música. La estridencia maravillosa del clamor de los condenados; la inefable marcha de los enemigos de la bondad humana; la contundencia de todos y cada uno de los instrumentos... Como si no hubiese tenido suficiente con el tendal de locura de TDK, Hans Zimmer convierte al fanático en una colegiala pervertida y sádica, mete la mano bajo la pollera, y le brinda un banquete multi-orgásmico que escapa a todo análisis. La magnificencia obra el milagro y se supera a sí misma. Quienes lo acusen de 'repetitivo' deben programar, con suma urgencia, una consulta al otorrino para extirparse el falo atravesado en el canal auditivo.
Lo peor: el único punto flaco es la absurda idea de cambiarle el nombre a New York y ponerle Gotham. Todavía más: fastidia el innecesario patriotismo y la pelotudísima simbología norteamericana. Vaya uno a saber qué estaba pensando Nolan.
Lo curioso: aunque muy lejos del histrionismo casi demencial del señor Marcos Esparcence - quien redujo las críticas a una sola palabra y tuvo la humildad de compartirla a sala llena; para él, mis felicitaciones -, la mitad de los espectadores mantuvo las nalgas atornilladas a la butaca; supongo a la espera de alguna escena extra, otro guiño. Muchachos, no fue suficiente el demoledor final? Quien escribe se borró una vez aparecieron los créditos, como huyendo de las sombras que bailotean sobre las tumbas del espantoso Village de Recoleta.

Christopher Nolan quizá no sea el arquetipo de héroe; de hecho, nadie le pidió que lo fuese. Sin embargo, su extraordinaria gesta - plasmada en celuloide por toda la eternidad - ha detenido el escandaloso avance del cine basura, presto a abrazar la perpetuidad. No salvó al Séptimo Arte desde la anti-estética bondad de los buenos valores; lo hizo desde la crudeza de un relato hiperrealista y, porqué no, sensacionalista. Para él, todo es horripilante, pero no insalvable. Humaniza, demoniza e idealiza, al unísono. Su visión del mundo moderno lejos está de la visión de un prodigio; pero basta y sobra para asestar un golpe determinante a los zánganos que hicieron, durante años, películas para entretener al público, y para estupidizarlo, claro. 'Nolan' es una marca que ha sabido vender bien sus productos (siempre con un empujoncito de Warner); sus obras son (y serán) veneradas rabiosamente por sus seguidores (me incluyo), no importa que se trate de una historia sobre superhéroes o sobre dislates oníricos. Ha dejado su huella (compró una Villavicencio de tapita verde, obvio), a la cual no puedo puntuar: no hay escala para hacerlo.

Este arte tan particular, después de todo, no es tan complicado. El espectador se sienta y, por algunas horas, se transporta a un mundo de magia que lo aliena por completo, rebajándolo exactamente al mismo nivel que la persona que tiene a su lado, sin importar si tiene alas o no. Al cerrar los ojos, tenemos la obligación de recordar. El ejercicio de la memoria no nos hace mejores o peores personas, como dicen los pseudo progresistas; apenas nos iguala. Dudo mucho que algunos podamos trascender, ascender, olvidar el pasado; pues a partir de allí se construye el futuro. Y cuando uno no desea que ese futuro llegue, solo le queda recordar por el mero hecho de hacerlo. Cada escena de The Dark Knight Rises formará parte de ese inmenso abismo que padecemos cada vez que cerramos los ojos, y se fundirán con las hermosas imágenes de una mañana de enero bajo los primeros rayos del despigmentado y ancho sol, cuando el caos vomitado por la pantalla de cristal pudo descansar sobre el cálido regazo del ángel. Al cerrar los ojos, Nolan recuerda su dantesca epopeya: la de unir aquello que nunca debió unirse.

DESHI DESHI BASARA BASARA!! DESHI DESHI BASARA BASARA!!

Written and Posted by Cesar de la Luz
Dedicated to Marcos Esparcence, Roberto Fantini and Charlotte Chantal

viernes, 20 de julio de 2012

La princesa del cuento de terror

Oki, por su parte, no había hablado. No sabía qué decir. La había abrazado con ternura,
había acariciado su pelo, pero no había logrado pronunciar palabra […] Ella había clavado
en su rostro los ojos húmedos y brillantes, pero no llorosos.
Él evitaba aquellos ojos. Hasta cuando la besaba, antes de que todo sucediera, Otoko había mantenido los ojos muy abiertos, hasta que él se los cerró con sus besos.
Yasunari Kawabata [Utsukushisa to kanashimi to]

El cuento de terror de la princesa – Offtopic

En la tierra de la mentira execrable – donde el ancho, copioso y despigmentado sol jamás podrá brillar, donde los corazones se rompen, inexorablemente – la maquina reproductora de Dios escupió otro abominable engendro, protagonista, por caso, de nuestra historia. Aquel horripilante verano, hace diecinueve años, nacía la princesa de este cuento de terror. Cuando arribó a este imperio de ilusiones no tenía la radiante y esplendorosa cabellera dorada que hoy la caracteriza y le da entidad e identidad; sin embargo, a ninguno de los príncipes de feudos aledaños pareció importarle este minúsculo detalle. Contagiados por la estupidez ajena, observaban con desdén las facciones arrogantes de la pequeña. Cuán felices y orgullosos estaban sus padres, los reyes de la frivolidad, al ver a su hija corretear por esos campos pestilentes, cercados por imponentes muros que oprimían la razón y el entendimiento. Por supuesto, ambos desconocían el innatural destino que le tocaría; ambos ignoraban el caos que desataría por el mero hecho de ser una princesa, hermosísima y sin escrúpulos, decidida a quedarse con todo. El pasado, el presente y el futuro se fundirían en una metástasis entélica, desperdigando la soledad de los herederos de miseria que no pudieron ni siquiera oír esa adorable voz. Hoy, con diecinueve veranos en su haber, la princesa del nuestro cuento de terror puede regodearse en la desgracia de los que la desean irreverentemente, no solo por su rostro aniñado que derriba la muralla de los sueños, sino también por su descomunal silueta, emparentada más con lo celestial que con lo terrenal; una inconcebible figura que muestra con desparpajo, provocando a los débiles de alma y corazón, sea con aquel pecaminoso uniforme a cuadros o con ese atuendo negruzco que no podrán olvidar en el templo en llamas, aun cuando los tiempos acaben.

Este ángel de la muerte no conoce de sentimientos, pues fue criada para no tenerlos. Educada, moldeada a gusto por su intratable madre - mujer sin valores genuinos, esos que reconocen en el prójimo a un igual -, la princesa creció sabiendo que una orden suya sería obedecida sin más, marchitando lo que alguna vez gozó de cierta vida, y hoy no es más que un esqueleto viscoso y deforme. Así de vacío y trastornado es este mundo, lleno de hombres estúpidos, dispuestos a lo que sea por un pedazo de carne. Para ella, el mercado determina el valor de las cosas; si algo o alguien no esta monetarizado, no tiene importancia alguna y debe ser enterrado en las arenas desoladas. Por tal motivo, la princesa se inclina ante falsos ídolos de tierras indómitas que ensalzan esta cultura a la incultura; seres desagradables que hacen de la opulencia una enseñanza impía, despreciando a los que no viven de la misma forma. El indigno materialismo es, desde aquellas correrías por los grises prados amurallados, su religión. Y siempre lo será. Una mente espermatizada solo da lugar al dinero; un corazón mercantilizado solo da lugar a la lujuria ininteligible.

Utilizando su temible encanto, heredado vaya uno a saber de quién - no ha sido de su repulsiva madre, sin dudarlo -, consigue todo lo que se propone. Y es su valiente padre, la víctima fundamento de esa trepidante codicia sin control. Se da por descontado: no le importa lo que piensen. Es una princesa. Bajo sus alas decadentes, descansan dos canes, bestias de aquella bestia que repele naturalmente a quienes la aman genuina y sinceramente. En fin, creyendo en el amor, nunca se ha permitido enamorarse, quizá por miedo a descubrir su verdadera naturaleza, carente de bondad, repleta de miseria; o quizá porque no ha nacido un príncipe que pueda satisfacer su cuerpo y su alma, al unísono. Su fama, en la tierra de la estupidez desquiciante, es innegable, y cada noche suscita la atención de los vagabundos que vieron derrumbarse sus sueños sin remedio. Aun distraídos, Dios y el Diablo nos recuerdan que la inocencia artificial siempre empapa con la savia del pecado a la verdadera inocencia. Cuán orgullosos deben estar sus padres, hoy, al ver como su hermosa hija domina feudos ajenos con inhóspita facilidad, capturando la imaginación de sujetos de dudosa valía, invadiendo sus mañanas, sus tardes y sus noches. Los pobres diablos que bailotearon en las cuerdas sobre esponjosas nubes, deben recordar esa cabellera sombría con tristeza, pues ya no existe más.

Quienes superaron sus miedos y atravesaron, de alguna forma, los ciclópeos muros de aquel reino húmedo y sinuoso, deben conocer mejor este cuento de terror. Pero quienes se vean llamados a hacerlo, jamás deben intentarlo; pues en juego estará su alma, que acabará por diluirse en un mar blancuzco sin sentido. Serán embrujados por esos pequeños ojos bordeados siempre de negro; por esa sonrisa malévola que derrumba el saber; por ese irresistible cuerpo de violenta belleza cuya visión borra todo vestigio del pasado; por ese impensado valor de no darle valor a las cosas que merecen tenerlo; y perderán su humanidad. Cuán orgullosos deben estar los padres de la princesa! Los padres de Charlotte Chantal, obvio.

Pensaron, acaso, en alguien más?

CUUUUUUUUUUUBAAAA! QUIERO BAILAR LA SAAALSAAA!


Written and Posted by Cesar de la Luz
Dedicated to the loving memory of Agus Impagliazzo

sábado, 30 de junio de 2012

La más larga


Sería inútil tratar de describirte aquellos cuadros, pues el más horroroso y diabólico horror,
la más increíble repulsión y hediondez moral se desprendían de simples pinceladas imposibles de traducir en palabras.
H.P. Lovecraft [Pickman’s Model]

Un fracaso en amor es, para el hombre, como una misión cumplida.
Los corazones están hechos para ser rotos.
[Oscar Wilde]

Sobre banderas, pelotas y camiones – Offtopic

Todos somos prescindibles. Ser amado, hoy, no implica ser amado mañana. Llegará el día en que debamos despedirnos bajo el despigmentado sol de verano, envueltos en la más hermosa y angelical agonía, sabiéndonos derrotados por las impías bestias de pequeños ojos incoloros. Llegará el día en que el aberrante silencio nuble los sentidos y nos deje sin alma ni corazón en un ominoso rincón gris. No existe eternidad en el pensamiento, y mucho menos en los sentimientos que sostienen esos pensamientos; es parte de la (mal llamada) naturaleza humana. No debe sorprendernos, tampoco espantarnos. Invariablemente seremos reemplazados, y cuando el caos reptante de la preciosidad se desate, nuestro destino será materializarnos en una pecaminosa hoja sin relevancia del libro de esa historia compartida. Como entidades libertinas que somos, entregadas a la más perecedera y frívola de las realidades, nuestra apreciación de las personas varía de acuerdo a su grado de utilidad. Por supuesto - vale la pena aclararlo - la análoga comparte los mismos fundamentos. Es así que, los odiados de hoy, tranquilamente pueden ser nuestros compañeros de mañana. Ambos casos se sostienen en la intensa y violenta estupidez que el hombre ha perfeccionado con el correr de las generaciones; una estupidez que no permite matices, grises. De alguna manera, solo el amor sincero puede abrirnos las compuertas al odio último; y solo el odio superador puede enseñarnos el camino errante hacia el auténtico amor (que no por ello deja de ser una desgracia).

Semejante rompecabezas sentimental carente de lógica, se ve reflejado, justamente, en uno de los ámbitos donde la lógica no se utiliza ni siquiera para ningunearla, donde ni Dios ni el Diablo imponen límites claros al accionar de los mortales, permitiéndoles regodearse en las tumbas de los héroes de antaño: la política; ese monstruo ciclópeo que subyuga a las sociedades con aterradora facilidad. El tristísimo conflicto del Día de la Bandera, feriado signado por el recuerdo de aquellas chatitas negras que solo en sueños ajenos aparecerán, ha sido el puntapié inicial de un partido que promete juego sucio y pocos goles, entre dos equipos que hasta no hace mucho tiempo posaban sonrientes para los fotógrafos. El resultado de este innecesario enfrentamiento de índole más bien sexual, salvo un milagro teutón, amenaza con sumergir a toda la población en un pantano brumoso y repulsivo, como si la perpetuidad se hubiese apoderado del otoño. Pero podemos alegrarnos estimador cadáver; pues este país decadente nos otorga al menos una certeza: todos perderemos. Ambas escuadras, identificadas con el viejo General de la voz graciosa, buscan incansablemente la venia del pueblo, y se enfrentan para ver... quien la tiene más larga.

La batalla de ribetes genitales que protagonizan, de un lado, la neurótica emperatriz Kristina y sus esbirros sin vida propia; y del otro, los despiadados guerreros multimediáticos, encabezados - esta vez - por el líder del Sindicato de Camioneros y Secretario General de la CGT, Hugo Antonio Moyano, otrora hermano del alma, solo puede concebirse en este imperio de ilusiones fabricado por un gobierno (unicato de facto) virtuosísimo (enfermo de poder), que no necesita ni leyes ni instituciones serias para otorgar el bienestar económico y social buscado por los argentinos durante los doscientos años de historia, pues cuenta con una herramienta infalible que impide el colapso de las masas: la mentira. El desparpajo anhelante y horroroso egoísmo de estos jugadores han puesto a prueba, durante la última semana, a las filosas lenguas de cientos de miles de infelices (como quien escribe) que no pueden sino sentir el inmenso e incontrolable orgullo de comprender esa absurda burla hacia los pensamientos y sentimientos del pasado.

Muchos no tuvieron que esperar diez años para arrepentirse de haber colocado la boleta azul en las elecciones de octubre último. No será una porción escandalosa de la población, pero alcanza para demostrar el parco compromiso ciudadano para con la detestable política y su maniqueísmo perverso. El amargo conformismo los llevó a votar, entonces, por el inexistente proyecto de Kristina, en busca de más conformismo. Pero el cepo al verde billete, la descarada corrupción, el terror a la parálisis económica, la inusitada violencia verbal, el boludeo constante, y el tan mentado 'vamos por todo', amplificados hasta la locura por medios opositores e independientes, bastaron para que muchos partidarios del irreverente status quo pusieran el grito en el cielo, ante la evidente sequía conformista. El recordado llamado al diálogo y a la unidad política de la Presidente durante su discurso de victoria aquella noche azulada, no fue más que una angelical falacia. Por el contrario, partiendo de esas palabras vacías de contenido, se ha potenciado la confrontación, que ahora alcanza niveles estratosféricos pues alcanzó los círculos más íntimos, salpicándolos con la sangre del pasado. Jorge Lanata, nuevo tótem de jóvenes que no habían nacido cuando fundó el (hoy) bastardo diario Página 12, desde la TV y la Radio Anti-pública; el paciente motonauta Daniel Scioli desde su sempiterno despacho de La Plata; y el refinado Hugo desde las calles, han comenzado la resistencia, vivificando al patético circo opositor amante del voyeurismo.

Por supuesto, y como bien apuntan los perfilistas (entre otros) en sus inspiradoras columnas, esta batalla fálica no es más que una interna peronista, kirchnerista si se quiere; una de esas cruzadas que han trastornado hasta el paroxismo a nuestro pobre país. Quienes fundían sus corazones en besos prohibidos, y sus almas en abrazos escandalosos, hoy se odian con la misma intensidad. Y no paran de llover las acusaciones, haciendo un sensacional alarde de impunidad. Y los delirantes fantasmas golpistas vuelven a sobrevolar los helados cielos de la verdulería. Y afloran los guapos de cartón que pretenden erigirse como héroes, siendo poco más que la basura que nuestros queridísimos camioneros levantan noche tras noche. Y el pasado cobra vida, confundiéndose con el demoníaco presente donde ya no brilla más la preciosa luna. Como consecuencia de su estilo tan particular, celoso y magnánimo, la primera mandataria observa el derrumbe de los viejos pilares mediático, social y político que sostuvieron al kirchnerismo en sus albores, otorgándole la legitimidad necesaria para gobernar, y debe soportar con estoicismo su amnistía, cuyo objetivo no puede ser otro sino desplazar de la ecuación electoral a los que tantísimo poder les dieron. Clarín no debería olvidar que sigue siendo Clarín gracias al desfachatado perdón del Santo Néstor. Scioli abandonó el letargo y la fiesta menemista por obra y gracia del 'flaco’, quien lo convirtió en Vice y luego lo catapultó a la gobernación de la caótica pero celebérrima Provincia de Buenos Aires. Y, en mayor medida aún, es Moyano quien no puede olvidarse que este gobierno lo salvó de la cárcel y le entregó las llaves del país, para que lo convirtiese en su patio de juegos. Es el precio que CFK debe pagar por otorgarle plena confianza a alguien que, se sabe, sucumbirá a la tentación de la vil traición. Soberbia o no, desquiciada o no, la pobre mujer es un ser humano.

Adjetivar de forma grosera a los protagonistas de esta caricatura sería un cuarto miope y tres cuartos zonzo de mi parte; sin embargo, no es ese nuestro propósito? El relato zenkiano está surcado por el odio a las masas, al materialismo indigno y al sobrado anti-intelectualismo de los profetas de papel higiénico; determinado por un indecible cinismo y la exaltación del ridículo. Este relato dista de otros relatos.

El ya tristemente célebre 20 de junio, un nutrido grupo de rocosos camioneros bloqueó una planta de YPF en La Matanza, en consonancia con los paros sorpresivos que el Sindicato había decretado las jornadas anteriores. Estaba allí el eje del reclamo por la (entonces) irresoluta paritaria y la puja por el mínimo no imponible del Impuesto a las Ganancias. Semejante muestra de poder asustó a los funcionarios que no habían viajado con la emperatriz a la Cumbre de UN en la tierra de los hijos de puta, quienes no dudaron en llamar a la única persona capacitada para tomar decisiones políticas en este país miserable. Temió Kristina un golpe de Estado, suponemos. Gracias al accionar desestabilizadoramente militarizado de los camioneros, nos pudimos enterar de los actos por el Día de la Bandera (el feriado era muy lindo, pero, por algo era no?). Desde Rosario llegó la apaciguadora voz de nuestro Vice, Amado Boudou (el de la manija), saliendo al cruce de los gorilas, demostrando por nonagésima vez sus dotes de innato estadista y su intachable autoridad moral. Entrada la noche, comenzaron nuestros jugadores a tirar las primeras patadas: una tropa sin igual de gendarmes ayudó a descomprimir la situación en la refinería.... Cómo? No ayudó? Bueno, no importa. Nadie imaginó que un gobierno que ha castigado la represión hasta la senilidad, utilizase a Sergio Berni, Secretario de Seguridad y retirado Mayor del ejército, como cabeza del operativo. Los forcejeos parecían divertir a los camioneros; ni hablar a los camarógrafos que prendían velas a los dioses de la ominosidad. Oficialistas continuaron con la magia, ya con CFK de vuelta: un ministro de papel denunció a Hugo y Pablo Moyano ante la Justicia (dónde sino) por atacar y no acatar la conciliación obligatoria y por impedir el normal funcionamiento de los transportes. Deducimos que la misma presentación puede hacerse en contra del aire, que hace que los colectivos, trenes y subtes anden como el reverendísimo orto día tras día.

Algunos pueblos del interior experimentaron ciertas (y exageradas) dificultades con el abastecimiento de gas y combustibles, obligando al paladín imperial Gabriel Mariotto (otro Vice) a hacer su estelar aparición. Vale una aclaración, querido cadáver: ninguno de los actores mencionados ha sido inventado, aunque usted no conozca a ninguno de estos impresentables. Se vieron espectáculos televisivos que provocaron severos dolores abdominales; el mejor de todos a cargo de Julio de Vido, quien defenestró al líder camionero en ‘6-7-8’, luego de lamerle las bolas durante tantísimos años por sus patrióticas convocatorias (“Operación Clarín-Moyano-Barrionuevo-Scioli?” rezaba el graph del enfermizo programa ultra K). Sin embargo, el colmo de los colmos fue la tragicómica visita de Hugo al programa 'A dos voces' de TN, donde el camionero anunció un (ya planificado) paro mundial de tres semanas. Comidilla para la neurótica mandataria que vio diluirse su arduo trabajo de años. Mientras la patronal acordaba con el Sindicato en el más impoluto de los secretos. El refinado compañero de los lentes levantó el paro de tres años, convocando un acto para el 27 del presente. Desde el kirchnerismo más verdulero solo brotaron diatribas para con su antiguo camarada y amante, sin olvidarse de Daniel Scioli, quien había viajado a Italia para que le dieran una mano (cuac). En un arrojo incuestionable, la emperatriz responsabilizó indirectamente a los camioneros por un accidente de tránsito que lamentablemente cobró la vida de 11 gendarmes. Del chofer que se quedó dormido, ni hablemos. “Fuerza mi presi, fuerza!!!”. Con el clásico golpe bajo, la mandataria prometió la no-presencia de las fuerzas de seguridad en el acto en Plaza de Mayo, esperando algún desborde que ensuciara al pulcro camionero. Todo vale en este imperio de ilusiones. Los fieles exponentes de la desculturalización, promotores de la involución de la humanidad llegaban al 27-J empatados en cero, colgados del travesaño de Flor de la V (con respeto lo digo).

Con monumentales coberturas, los medios se ocuparon del acto en la Plaza de la Revolución. Hordas de venosos verdes y blancos abarrotaron las calles del micro y macrocentro. El sabor del Bernet con Coca ® trastocó los sentidos de los más sensibles; y el olor a choripán evaporó los prejuicios de los muchachos de traje enamorados de las ensaladitas naturistas. La 9 de Julio dejó de existir, invadida por más de cinco millones de aviones de tierra. Como había prometido CFK, ni un solo efectivo policial; muy parecido a un día normal, sin marcha ni reclamos. Para los verdaderos analistas políticos (esos que desperdician aliento tratando de darle un marco teórico a las estupideces de los argentinos) quedarán las conclusiones: que cuántas personas había; que cuáles gremios se adhirieron al acto de Moyano; que cuántos muertos hubo durante los incidentes entre aliados y soviéticos; etcétera. En otro alarde fálico, Kristina habló minutos antes de las tres de la tarde, retrasando las palabras de Hugo Antonio. La emperatriz en San Luis, tierra opositora desde el comienzo de los tiempos; el camionero canturreando contra el gobierno que le dio poder ilimitado, corriéndolo por derecha e izquierda, al son de la maravillosa pero estéril marcha peronista. El reino del revés. Argentina.

Como decía más arriba, nuestro relato defiende los valores más ominosos, íntimamente ligados a la muerte y la desolación, repelentes de quienes se dicen amantes de la vida y la felicidad que ésta supone. El relato K, basado en la estupidización y el eterno conflicto, no acepta su propia naturaleza y pretende ser omnisciente (alcanza con leer cualquier columna proselitista en algún multimedio oficialista). El hueco relato anti-K, motorizado por el Grupo Clarín, retrata al gobierno como si fuese el mal último - cuando sabemos que éste se esconde en los corazones de las bestias perversas y desagradecidas - y utiliza cualquier artilugio para deformar la oscura realidad en una aún peor. El relato independiente, muchas veces huérfano de pauta oficial, es muy loable, pero ese carácter racional, conciliador y esperanzador lo hace pecar de inocente: cómo se puede pretender sensatez en una sociedad tan heterogénea y abandonada a sus más fieros instintos? "Solo la tristeza puede ser tan triste". No me pondré en papel ni de juez ni de verdugo. No soy portador de la verdad; muy por el contrario, la verdad no duerme en mi habitación de paredes blancas. Me tiene sin cuidado dónde está. Me tiene sin cuidado si son Moyano, Magnetto o Scioli los que la tienen más larga; o si son Kristina y su corte de aduladores/aplaudidores/lamedores-de-orto/delincuentes/auto-golpistas los que la tienen más larga. Pero es una obtusa obviedad que semejante dislate discursivo solo llevará a este país a una fragmentación aún mayor. Para estos jugadores, no parecen bastar la infinidad de problemas que aquejan a los argentinos, fruto de desavenencias internas y externas. Los logros de este gobierno (que no son pocos, tampoco siderales) se descuajan al calor de la opulencia de aquellos que dicen 'si' a las demenciales iteraciones de la emperatriz. Ha pasado mucho desde aquel caluroso y apacible octubre, antesala del caos trepidante de la última desgracia; y varios ya se arrepienten de haber colocado la boleta azul.

La conmocionante espiral que engloba desorden institucional, libertinaje económico, degradación moral y caos cultural no tiene intención de consumirse todavía; es esta transmutación, necesaria para los que desean mantener su pornográfico estilo de vida, donde prescinden de cualquier entidad que se oponga a su ceguera mental. Su excelso materialismo los lleva a pensar que la verdad reside en el tamaño de sus miembros, o en la rocosidad de sus pelotas. Claro, en este país, no hay regla que alcance para medir ni los falos, ni la idiotez que nos hace olvidar a los seres que una vez amamos odiar u odiamos amar.

UNA COSA QUE EMPIEZA CON “P”!!

Written and Posted by Cesar de la Luz
Dedicated to the loving memory of Juan Alberto Badía

lunes, 27 de febrero de 2012

Doble sombra


"Solo un muerto podía quedarse en los 17 años para siempre"
(Haruki Murakami - "Tokyo Blues/Norwegian Wood")

"Aferrado a los bordes del agujero, trató de alzar su cuerpo; fue en  ese preciso momento cuando sintió que algo extraño se prendía de sus tobillos. Fue entonces  cuando supo  que era el miedo; pese a sus desesperados esfuerzos no conseguía desprenderse de la misteriosa fuerza que tiraba de sus pies".
(H.P. Lovecraft - "En la cripta")

"Darío, crédulo como de costumbre, creyó que aquel escenario no se repetiria, que aquel ser aprenderia y de alguna manera no volveria a degradarlo a la misera forma de las cenizas de un cigarrillo. Pero obviamente se equivoco, y fue nuevamente empujado al vacio, a un vacio atroz que lo atormentaria por días, meses e incluso años".

 Una característica altamente virósica en el ser humano le permite creer que ciertas circunstancias de la vida no tienen porque ser iguales a otras similares vividas con anterioridad. Llamese "esperanza" o "ilusión" (o incredulidad), el individuo promedio tiende a darle una segunda oportunidad a las cosas (incluso aquellos que tardan en hacerlo o que sencillamente dicen que nunca lo harán). Puede que en dicha ocasión los planetas, supuestamente creados por un hijo de puta, se alineen y conformen una suerte de "suerte" (me cago en la redundancia) y la situación o el momento que antes fue escabroso ahora sea ideal. Si bien esta demostrado que esto sucede (en un 0,00000001 % de los casos), la mayoria de las veces se da al revés, y las segundas partes son malas y/o terribles.  Se dice que cuando esto pasa uno se convierte oficialmente en un "boludo". Pero cuando ya pasa reiteradas veces, a tal punto que la vida deja de ser vida, uno definitivamente alcanza un grado de estupidez total.

 Basicamente eso le sucedió el Sábado 18 de Febrero a quien escribe estas  líneas (que de merca no tienen nada por desgracia). Nuevamente, confiando en la mismísima nada, creyó que algo podía funcionar, que darle otra oportunidad a la misma desgracia podría llegar a tener algún resultado satisfactorio. Y con estas premisas "positivas" el tarado de turno se fue a dormir el día anterior a las 4 am (lo que sucedio esa noche merece un blog entero para ser narrado) para levantarse 5 horas después y dirigirse a la Anicon, otro mas de los insipidos eventos a los que Yamato nos tiene ya acostumbrados.

 Una junta del staff de las remeras de colores tuvo lugar lugar meses atrás en un conocido local de comidas rápidas próximo al Paseo La Plaza para decidir el lugar donde se celebraria dicho evento funerario. Curiosamente Carlos Guzman se encontraba con un cuadro diarreico en un mugriento baño de dicho antro y, entre gases, pudo escuchar el diálogo que mantenía Nishi "Puto" Llinas con sus súbditos. Lo transcribimos a continuación:

 Nishi (el puto): "ok gente, donde mierda vamos a hacer el evento? Necesito ideas chotisimas y platita, pero ya eh."

 Estaf #1 (Mehago, recientemente incorporado): "hagamosla en el centro cultural buen ayre, un lugar pedorrisimo donde los podemos hacer cagar de calor para que compren liquidos (de dudosa procedencia). Ahí está la guita".

 Nishi (re puto, encendiendo un habano): "mmm si, queseyo, la verdad es que tenemos tanta gente en el estaf (al reverendo pedo) que no vamos a entrar ahi, y ni hablar del público. Necesitamos un lugar mas grande pero a la vez mas choto".

 Estaf #2 (Edu di Costa, desempleado desde que se peleo con Leandro "el gordo" Oberto): "hagamoslo en el Club 947, otro lugar de mierda. Ah si, y llamemoslo a Mc Pio para que pinte a las minitassshhh, miniiiitassshhh (igual me la lastro doblada)".

 Nishi (aun mas puto, fumando el habano por el orto): "ah no es mala idea..pero no, despues tenemos que indemnizar a los que mueran bajo la pantalla gigante. Además tendriamos que poner la entrada a $1000, como para Laruku".

 Estaf #3 (Michael): "y si la hacemos en el nichia? Es una escuela de mierda en un lugar de mierda, y además esta llena de tumbas".

 Nishi: "si...si....SIII (se le quemo todo el orto con el habano) buenisima la idea, me gusto eh. Y para el cronograma de actividades como hacemo'?".

 Estaf #1 (Mehago): "y mirá, abrimos las puertas a las 12, ponemos las actividades a partir de las 14 hs, asi los boludos se re cagan de calor y compran agua, sanguches de salame y queso y, en especial, PANCHOS (guilty pleasures), ahi esta la guita. Ah, y le tiramos un chori y una coca al incompetente de los toronja para que la reme en dulce de leche ambas tardes".

 En resumen, asi fue. Una convención destinada al fracaso obvio de una "empresa" que no aprende de sus horrores. Quien escribe estas lineas llego tempranísimo, convencido de que habría una fila que enfrentar. Pero nuevamente, y como era de esperarse, se equivoco. Acompañado de un compañero que prefiere seguramente no ser mencionado en esta garcha, atravesó las rejas amarillas de la perdición minutos antes del mediodia. El calor pesaba como nunca. El primer altercado lo tuvo al comprar las entradas: no tenian cambio....

 A ver, si pones una entrada a 40 y te compro 4 (cuatro), son 160 mangos...te garpo con 200...es increible que no se prevea esta situación, puesto que con esa guita me encamo en un telo por 13 horas. Pero bien, se trata de yamato, los ignorantes somos nosotros, que no llevamos monedas de 5 centavos en el bolsillo. Preveo que en el futuro contaran con un frasco de caramelos para solventar los vueltos, por ahora ni para eso les alcanza. Luego de haber sorteado dicho impedimento en la entrada, nos dispusimos a ingresar a la casita del horror.

El calor era agobiante. Recordaba a un lejano verano de 2009, cuando un casi difunto Dario firmó un contrato que acabo con su vida. Pero esa historia ya es conocida por todos...
 Los "stands" (si se los puede llamar así) dejaban mucho que desear, como de costumbre. Entre la mucha basura a la venta podemos mencionar desde figuras chotisimamente truchas (y chotas) con un precio elevado irrisoriamente hasta la ridicules máxima (o sea, chotos), pasando por katanas, bombachas, cartucheras, ratas, pistolas, vaqueros, damas, guanteros, pistolas, rateros...hasta vello púbico de Bono (crossover), pero nada que realmente valiera la pena.
 Las unicas actividades disponibles al momento eran en la sala de proyecciones, con series y películas que, como ya es sabido, nadie mira. El resto de las actividades comenzarian horas después; mientras tanto la principal atracción era ver a los del staff rascándose las pelotas y/o argollas a cuatro manos y al boludo de Toronja remandola como nunca en la conducción. Mención zenkiana de honor a este individuo que por asistir a este evento y prestarse para tan bochornosa tarea de pseudo-anfitrión es igual o mas boludo que nosotros.

 Y la verdad, no hay mucho mas que decir. 2 (dos) horas duramos en aquel infierno, rodeado de rincones grises, tumbas y perdición. Por mi parte solo asistí para lograr sacarme una foto con "La Princesa", pero ella fue mas inteligente que todos nosotros y apareció mucho después. Para ese entonces, quien escribe estas líneas se tambaleaba en el borde de la fosa.

  Calificación del evento: 0,8 zenkos

  La fosa - OffTopic

 Las derruidas calles que se abrían delante nuestro lucian un tono ocre bajo ese cielo verdoso que todo lo cubria. Vimos pasar ante nuestros ojos a la nave nodriza, pero en ese momento era preferible continuar nuestro trayecto.
En el recorrido, la silueta del coloso recortada contra el cielo nos recordaba siempre lo mismo, como si de una advertencia se tratase, mas nada ni nadie podria detenernos en ese momento. Ya sabiamos donde nos dirigiamos desde antes de emprender la partida, y teníamos muy en claro que no nos detendriamos bajo ningun motivo.

 Nuestra primer escala fue para recargar energías. Nuestros cuerpos pedian a gritos alguna fuente de alimento. En el camino a pie hacia el innombrable reino, sitio de reunion de los muertos, pudimos observar ciertos lugares, fachadas y sitios de gran ominosidad, que también estaban ahi para advertirnos de que estabamos yendo demasiado lejos. Como era de esperarse, no nos importó.
Consumimos lo que cualquier mortal, aunque es bien sabido que a los muertos la comida mundana les termina cayendo mal, mas en un lugar asi. Con nuestros estomagos llenos y nuestra billetera un poco mas vacia, emprendimos nuevamente el viaje hacia el pabellon de la muerte.
En dicho viaje vislumbramos  lugares conocidos, entre los cuales estaban la Plaza del Diablo y "el banquito de la desolación", donde dicen que, de noche, pueden escucharse los lamentos de un ser con diarrea.

 Pero dios no nos la iba a dejar asi de facil. Casi al llegar a destino una esfinge se apareció en el medio del camino, proponiendonos un simple acertijo para el que nadie tenia animos de contestar. La esfinge, enfadada y aparentemente indignada, se avalanzó sobre nosotros pero se teminó conformando con una simple ofrenda "lanatiana".

 El pabellón de la muerte se erigia ante nosotros como una tumba sellada por las arenas del tiempo, esperando a que pusieramos un pie dentro para cerrar sus puertas a nuestras espaldas. Nuestra sed de constante desafio hacia dios y principalmente hacia todos sus "mackiavélicos" retos nos permitio dinamitar las puertas y entrar como si fuera nuestra propia casa (debe de serlo).

Su interior lucía como en los viejos tiempos (después de todo, tres años no son nada). Inmediatamente sentí un leve mareo que atribuí a la nefasta comida que habia ingerido minutos antes. Le quite importancia y seguí firme caminando hacia delante y sin mirar atrás, como aquel día.
 Los pisos temblaban bajo nuestros pies, mas la escalera que se erigia ante nosotros lucía una aparente firmeza, invitandonos a subir por ella poco a poco. Antes de que nos diéramos cuenta, habiamos llegado a la cima. Nos encontrabamos en el segundo piso...

 "A medida que caminaban por esos pasillos, sentía una rara sensación en su brazo, una presión, una fuerza que lo arrastraba hacia delante. Queria que se detuviera, pero era imposible. Demasiado tarde. En las vidrieras se reflejaba el horror: Dario estaba siendo arrastrado por una fuerza descomunal. De repente se detuvo, miro a sus pies y vio aquella fosa. No sabia nada acerca de su profundidad, pues dicho pozo estaba casi repleto de panchos, pero tampoco podia quedarse con la incognita. Tomó coraje, se agachó y metio la mano dentro para ver si podia palpar algun fondo próximo. Y asi como metio la mano terminó por hundir tambien el brazo, el codo, el hombro. Cuando quizo darse cuenta, Dario estaba hasta el cuello de panchos. Luchaba y luchaba por liberarse pero sentia que cada vez se hundia mas y mas. De repente, una figura emergió desde el fondo del mar de panchos. Su belleza derruia los techos del recinto y volvia arena las vidrieras de los locales. Movia los labios. Parecia estar hablando pero Dario no la escuchaba, no podia escucharla. De repente, una historia conocida: el hermoso ser se precipitó sobre Dario, lo beso, lo abrazó y se lo llevo consigo hacia las profundidades del mar de panchos".

 Yo miraba perplejo esta escena desde la superficie. Parado en el borde de aquella fosa sentí una mano agarrando mi tobillo. Mire mis pies. Aquella criatura verdosa sonreía mientras me arrastraba hacia el pozo. Justo cuando estaba por seguir el mismo destino que Dario, una voz conocida dijo "no en mi turno" y disparó con su Gustav. No logró darle de lleno a la criatura,  aunque si logró que esta se esfumara dentro del pozo. Su baba verde corroia mi piel como los mismisimos recuerdos, pero ya no importaba. Estaba a salvo, al menos por el momento...

 (Continuará)


Written and Posted by Roberto Fantini.
Dedicated to Cesar de la Luz, Carlos Guzman, El Ente (Yui), "dios".
In memoir of Impa's Hair -  Requiescat in pace