There are more things in heaven and Earth… Than are dreamt of in your philosophy.
William Shakespeare [Hamlet. Act I. Scene V]
La magia del primer amor consiste en nuestra ignorancia de que pueda tener fin.
Benjamin Disraeli
El elegido – Offtopic
Al encender la radio, nadie da la noticia, ya sea al comienzo o al final del dial. Tampoco puede escucharse ni verse absolutamente nada en la televisión; esa que disfruta con la desgracia ajena y abusa de la exposición de seres que deberían residir en cuartos acolchonados, ataviados con ‘armaduras’ blancas. Los diarios, tanto en ediciones impresas como digitales, no hacen mella de eso que fue anunciado por los visionarios. El hermoso bosque verde, repleto de árboles de larga data, de encantadoras y exóticas especies, invadido por el redondeado sol, se convirtió en un prado desolado, con troncos destruidos y animales muertos por doquier, gris como la ceniza y, en contraste con el averno que ahora representa, silencioso, sepulcral.
Y por qué eso que era precioso, ahora es tan espantoso? Porque, remitiéndose a las despigmentadas pruebas, todo termina marchitándose. Y por qué nadie comunicó eso que sucedió el martes 5 de abril por la noche? Por miedo, obviamente. El miedo de los medios, que adoran el morbo, pero solo el relativo a este mundo. Les aterra eso que viene ‘del mas allá’, eso que no pueden explicar, simplemente porque no lo pueden entender. Lo que los (verdaderos) visionarios anunciaron fue la muerte de una persona; un hijo muy querido, hermano ejemplar; novio fiel; amigo de hierro... Alguien que disfrutó de los placeres terrenales y fue condenado por su ambición de conocer el lado oscuro de la decrépita luna; alguien que leyó lo que no debía leer; y se adentró nuevamente en las profundidades de la Caverna de los Dioses. Ahora está siendo devorado por los infinitos demonios, que disfrutan de su pavorosa cena, bajo la atenta mirada del bestial diablo, que sonríe como nunca.
Esa muerte, valiente, ha vuelto infértil a los medios, confundiéndolos para siempre, y ha destruido por completo el bosque de cordura que fue verde y precioso una vez. Todo sucedió esa noche, cuando la carta llegó a manos del hombre que habita en el recóndito oeste, en la frontera sin ley, donde las águilas se atreven, y donde todavía se asaltan trenes a caballo. El pobre engendro, regresó a su morada e, inocentemente, haciendo caso omiso a las recomendaciones de los sabios de la nada, abrió la encomienda que el anciano de blanco, azul y oro había entregado puntualmente. A contra luz vio lo inesperadamente esperado: la garrafa. Y fue poseído por una insondable e inhumana bichificación, que no conoce de tiempo ni espacio, ni de partidos políticos, ni raza o credo. Los números lo derrumbaron. El primer párrafo lo quemó. Los tres restantes, pulverizaron lo que la llama dejó. Las firmas al pie de la carta, lo arrastraron hacia el inframundo, dominado por los ángeles de la muerte, ante la perpleja desidia del ausente dios. Su única salida era aceptar lo que se le había propuesto, aceptar el cruel designio, que lo condenaría, por el resto de sus días, a formar parte de la hermandad del odio. Y así se hizo: su respuesta fue tan inmediata como la inmediatez misma. Y así nació el tercero. Un nacimiento anunciado por las dos peores personas del planeta. Un nacimiento que el pobre ente no pudo preveer. Pobre ente.
El nombre de ese tercer elegido será sinónimo de destrucción a partir de ahora; será motivo de debate donde la demoníaca bestia danza sin parar, y donde los medios reptan, abrumados, con un terrible miedo a lo desconocido. El bosque putrefacto, repleto de cenizas, ha convertido al martes otoñal en cruel testigo del cambio de la historia. Y esto no debe sorprender a nadie. Quién no recuerda una hermosa noche de martes, durante el indecible otoño? Quién no recuerda haber disfrutado momentos sagrados en la puerta del cielo junto al ser amado? Quién no recuerda el temblor en las piernas, mientras ve impresos en una hoja los sentimientos que tanto anhelaba? Quién no recuerda la vuelta a casa tras la dicha más maravillosa del mundo, viendo una y otra vez la sonrisa más brillante de la Tierra? Quién no recuerda la sangre que corrió bajo los derruidos puentes? Quién no recuerda a los babosos espectros que residen de a cientos en los polvorientos colegios? Quién no recuerda la infernal música que sentenció para siempre la felicidad? Al fin y al cabo, ya nada importa, porque a todos nos llega la muerte, salvadora, redentora, muerte que el valiente CB disfruta a partir de ese momento.
En este solemne e inmundo post, tenemos el agrado de presentar al tercer hijo de Zenki, que lleva por nombre Roberto Fantini, y cuenta sus vivencias a continuación, en su debut absoluto como miembro de la fraternidad de la desolación. He aquí el gran acontecimiento que se estaba gestando en las sombras de lo ominoso, tras la muralla de la locura, donde la nada es todo, y el todo no es más que nada. El que quiera oír, que oiga. Y el que quiera leer, que muera.
U2 & Muse – Review Eventos
Es muy curioso. Seguro no seré el único que en algún momento le dijo a su viejo “que música pedorra que escuchas”. Tampoco seré el único al que se le pegó una de esas canciones que tanto uno “detestó”, a tal punto de descargarla o conseguirla y escucharla, en el mas absoluto secreto obviamente. Este sería un episodio común en mi vida, pero no lo fue tanto como esa vez que mi viejo me llevaba en el auto. No me acuerdo cuando fue, solamente se que prendió el estereo y sacó un cd (superpirata), lo metió y apretó “plei”. Yo miraba por la ventana, fingiendo desinterés seguramente, cuando empezaron a sonar los primeros segundos de “Pride (In the name of love)”, primer tema de The Best of U2. Continué haciéndome el boludo ese día (me sale taaaan bien), pero algo había cambiado, y mi raja ya no sería la misma desde aquel entonces…
Horas, días, meses…como 6 años pasaron. Maduré, me creció la barba y logré aceptar que mi viejo, muy de vez en cuando, escucha buena música (jé). El punto es que no podía creer que U2 fuera a venir y que yo ya tenía mis entradas en la mano a seis meses del recital (habiendo por poco saturado la pagina de Mierdatek para comprarlas, algo no muy difícil de lograr). No solo eso: venía Muse! Tal vez no entiendan esta emoción porque yo todavía no dije que, exceptuando el recital de Pedrito Gabriel, nunca fui a ningún evento tan enorme como el que se avecinaba. El punto es que 2 (dos) de mis grandes bandas favoritas estaban a unos meses de pisar suelo argentino (aruzenchin-jin) y yo iba a estar ahí.
De la nada se hizo 30 de Marzo de 2011 (en el medio me pasaron muchas cosas que poco vienen al caso y serán motivo de otros escritos desagradables y subliminales…o no). La cosa es que mi preocupación ese día iba en aumento ya que, debido a la tardanza de mi viejo en venir a buscarme para ir hasta el Estadio Unico de La Plata, pensé que iba a ver el recital desde la puerta. Pero nuevamente este señor se las arregló para llegar puntual. Estacionar fue una odisea solo comparable “a pasar The Parrish en experto mientras una oleada de zombies te implora que les vendas una estampita de San Expedito” (paralelismo para entendidos…Carudo no Hanbaiin). Le terminamos pagando $50 a un vivo bárbaro que aprovecho la movida de gente ignorante (como mi viejo y yo) y nos dejó estacionar en el medio del patio de su casa al grito de “y a la vuelta vendemo’ paty y choripane’ baratito”.
La fila fue tremebunda. Una manifestación del gordo Castells hubiera estado mas organizada. Sobre las 17 hs las puertas se abrieron y empezamos a caminar hacia la entrada, a pasos imperceptibles para el ojo humano. Vale aclarar que había una única fila y una única entrada para cada sector del estadio (lo cual solo puede ser obra de un ser tan idóneo como manco). En dicha cruzada se sucedieron algunos incidentes. No hubo gente empujando (algo a remarcar, pero distaban horas para que pasaran cosas aun peores), aunque no se puede dejar de lado a determinado tipo de seres que nunca faltan en las inmediaciones de los recitales, a saber:
- Vendedores: desde “calcomanías exclusivas” hasta “vello púbico de Bono”, estos individuos son capaces de vender hasta sus órganos con tal de conseguir una moneda (y como decía Bagliettoru-san: “quién la rebusca la tiene”, vendieron a mas no poder). Vale aclarar que lo único que compré fue un chegusan rancio a la salida.
- Greenfreaks: hippies haciéndote firmar una planilla para luchar contra la calvicie de The Edge (o algún desastre natural semejante). Creo que no pudieron tolerar mi cara de muerto y se fueron.
- Pro-aids: esta especie no podía faltar. Te regalan un preservativo de nula calidad, promoviendo el contagio de enfermedades venéreas que todos (exceptuando yo) terminarían inflando y lanzando al aire en algún momento del recital cual coro Kennedy.
En fin, continuando con el relato, logré sortear todos los “obstáculos” e ingresé al estadio. Pero pronto moriría atónito al ver el escenario. Esa famosa “garra” de 59 metros de altura estaba ante mi…y acá es donde esta reseña se vuelve inútil, porque por mas que leí y vi millones de fotos de otros show de la gira, se me quemaron los calzones (literalmente). Debajo de semejante estructura estaba el escenario, de tamaño ínfimo comparado a todo lo demás. Alrededor del mismo ya habían unas 2000 personas que venían haciendo fila desde el Domingo a la mañana, y cercándolos y separándolos de nosotros, los mortales, se erigía un anillo con dos pasarelas móviles en los laterales. Increíblemente, afuera del estaba vació, no había n-a-d-i-e, cosa que aproveché (e incluso me di el gusto de sentarme en el suelo lo mas campante). Igual mi tranquilidad no duraría mucho, ya que al cabo de 10 minutos el campo se llenó completamente. De fondo, además de las horrendas voces de un grupo de mineros chilenos que tenia al lado mío, había música clásica. Acá voy a hacer una mención especial al tremendo hijo de puta del “sonidista” que me tuvo a mi y al resto del público desde las 17 hs escuchando una selección de los mejores éxitos de Amadeus 103.7. Por suerte el calvario terminó a las 19:40, cuando se apagaron las luces y las letras M-U-S-E empezaron a rodar por una pantalla circular de proporciones CI-CLÓ-PEAS que estaba a 30 metros sobre mi cabeza. Había llegado la hora de sufrir aplastado….o eso creí…
Mathew Bellamy and friends subieron al escenario siendo bendecidos por 45000 personas (el resto llegaría mas tarde) que tenía las bolas infladas de Mozart y compañía. Hay que aclarar que un 35 % del público había ido a ver exclusivamente a Muse, un porcentaje que sería interesante si no fuera que por cada uno de esos había 40 fanáticos de Bono que te miraban como si fueras un pelotudo por corear los temas de la banda soporte. “uateba”, lo poco que voy a decir sobre su presentación es que, de 8 temas, solo 2 eran del último álbum (por suerte), así que pude presenciar clásicos como Hysteria, Starlight y Plug In Baby. Me quedé con ganas de que tocaran Feeling Good, pero no se comparaba con las ganas que tenia de tirar una molo al piso. El público estaba muerto y yo temía lo peor.
Cuando se bajaron del escenario y se encendieron las luces nuevamente, Bethoven nos inundó con su Sonata Claro de Luna, a lo que le seguiría Vivaldi y una sarta de putedas del público (de las que Yayo estaría orgulloso) . A todo esto, en el escenario los miembros del staff (Time for Fun no ShaIN) empezaron a probar los instrumentos mientras en la pantalla se mostraba un reloj cuyas agujas marcaban las 20 hs (cuando en realidad ya eran casi las 21) y avanzaban mas lentas de lo normal. De repente el segundero se volvió loco y en media hora, cuando terminaron las pruebas de sonido, el reloj marcó las 12 y…se desmoronó. Empezó a sonar David Bowie mientras todo se destruía en cámara lenta. Instantáneamente el reloj fue reemplazado por imágenes en vivo de los irlandeses subiendo al escenario. Las luces se apagan…
“Even better than the real thing”, lisa y llanamente una canción mas que no me pareció de lo mejor para abrir el show, pero así lo decidieron Bono y The Edge (los otros miembros no existen, son de plástico). A esto le siguió el clásico I will Follow (deberían abrir con esta, la concha de sus madres) y dos canciones de su último trabajo. Para este entonces los muertos revivieron y yo ya estaba a punto de morir de pena cual Cankie. Después de 8 temas finalmente Bono presentó a la banda: “el Pipita de U2 en el bajo (ni el nombre dijo, para su suerte), el Pupi Zanetti “The Edge” y…no estoy seguro, pero si pudiera sería “Carlitos Apache”. La gente enloqueció, entregando el orto por Bono, a cambio de un vertiginoso despliegue de sonido, luces y efectos que no era de este mundo. Un gran punto de la noche fue cuando City of Blinding Lights empezó a sonar y la pantalla empezó a mutar hasta transformarse en una especie de cono de luces enorme. No faltó tampoco el “unos, do’, treu, CATORSA!” de Vertigo (que el Dr. Hausch parece incapaz de comprender) o la famosísima intro de Sunday Bloody Sunday. Después de 18 canciones tanto nuevas (solo un par) como grandes clásicos, dejaron los efectos de lado y Bono agarró la guitarra para tocar One (Cank) y Where the sciolis have no arms….(digo, Where the streets have no name). With or without you hizo que quien escribe la presente reseña derramara lagrimas de Tank (y esto se potenciaría cuando Bono hiciera mención a “Gustavou Cerotti”). “Agarren sus celulares y hagamos desaparecer esta nave espacial” dijo Paul David Hewson (nombre real de Bono…según Wikipedia). Y así se despidió U2, al ritmo de Moment of Surrender. Ya volverían el fin de semana para luego si, irse por un tiempo…todos excepto Bono. Fuentes no confiables y para nada certeras afirman que se lo vio una semana después en Palermo, caminando de la mano con Ricarudo Foruto mientras este le daba de comer en la boca un huevo Jack (“mmm chocolateu arshentino” he said). Obviamente queremos creer que se trata de otra maniobra de negociación para que Foruto done su fortuna a una causa común, como podría ser la erradicación de la Pediculosis en Camerún.
También puedo cerrar esto como se debe, diciendo que la banda dio un gran show de apertura, y que si bien hubo algun que otro punto flojo, dejaron mas que conforme a este recién nacido hijo de zenki.
- (O) Namae wa nan desu KA
- Roberto Fantini desu….GEKO GEKO.
Written by Roberto Fantini. Posted by Carlos Guzman. Intro by Cesar de la Luz
Dedicated to Mackie ‘The Entity’ Bongiovanni